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Voto de MacGaufre:
7
7,2
59.741
Thriller. Drama
Biopic sobre el matemático británico Alan Turing, famoso por haber descifrado los códigos secretos nazis contenidos en la máquina Enigma, lo cual determinó el devenir de la II Guerra Mundial (1939-1945) en favor de los Aliados. Lejos de ser admirado como un héroe, Turing fue acusado y juzgado por su condición de homosexual en 1952. (FILMAFFINITY)
3 de enero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Imitation Game es una de esas películas que jamás se lamenta haber visto, y esto es debido sobre todo a su colosal fuerza dramática. Un verdadero asalto a la parte más emotiva del espectador, llevado a cabo por un equipo de producción que mira a los Oscar sin escatimar cierto efectismo y una dosis de convencionalismo que ya han desatado algunas críticas. Pero sobre todo por un Benedict Cumberbatch que convence casi desde la primera secuencia.
Se trata ésta de una producción que ya ha ganado el premio del público en el festival de Toronto y que suena ya para los Globos de Oro. El director es el noruego Morten Tyldum, que quizás les suene a los más cinéfilos por Headhunters (2011). El reparto es encabezado por el ya antes mentado Cumberbatch, un rostro que la mayoría de la gente conocerá por encarnar a Sherlock en la homónima serie inglesa. Junto a él, una correctísima Keira Knightley, un Mark Strong que aporta cierto carisma a un reparto que no rebosa de él, un Charles Dance (Tywin Lannister en Juego de Tronos) en su línea y un Matthew Goode que sirve bien a su papel. Como curiosidad, podemos ver a Rory Kinnear, rostro conocido entre otras cosas por encarnar al presidente en el primer episodio de la extraña y aclamada serie Black Mirror. Es justo decir que es un reparto sólido y con personajes bien construidos, como también lo es afirmar que Cumberbatch es el único actor cuyo trabajo sobresale.
De hecho, en The Imitation Game entramos en contacto con un personaje absolutamente genial. Quizás gran parte del atractivo de esta película reside precisamente en la humanidad y la fuerza conmovedora de la historia del matemático inglés. Con una historia tan buena, es posible que casi cualquier director hubiera podido sacar petróleo, pero también es posible que nadie en todo el espectro cinematográfico hubiera podido plasmar a Turing de la manera en la que lo hace Cumberbatch.
Sin embargo, aunque la historia humana sea quizás lo más bello tras esta cinta, hay que señalar que el tono de The Imitation Game no es el dramático. Quizás buscando esa armonía y ese balance entre elementos que funciona para gustar a las masas, Morten Tyldum cambia el tono del filme en diversas ocasiones, utilizando varias veces el de la comedia. Un humor quizás demasiado convencional y correcto, pero inteligente y a ratos ingenioso, que explota al máximo el personaje de Turing y lo cómico de su torpeza con los demás, así como el talento expresivo de Cumberbatch. Por otro lado, gran parte de la película es un thriller, en ocasiones puede que un thriller excesivamente “para toda la familia”. Y es que este convencionalismo es quizás lo único que se le puede reprochar a una película por otro lado bastante redonda.
Un convencionalismo que sobre todo condiciona a la película a no dejar el sabor de una joya o de una obra maestra, pero que por otro lado no ensombrece en modo alguno un gran trabajo cinematográfico, una historia que no hay que perderse y una actuación que seguro dará que hablar.
más críticas en http://thewayoutmagazine.com/category/sala-cinco-cine/
Se trata ésta de una producción que ya ha ganado el premio del público en el festival de Toronto y que suena ya para los Globos de Oro. El director es el noruego Morten Tyldum, que quizás les suene a los más cinéfilos por Headhunters (2011). El reparto es encabezado por el ya antes mentado Cumberbatch, un rostro que la mayoría de la gente conocerá por encarnar a Sherlock en la homónima serie inglesa. Junto a él, una correctísima Keira Knightley, un Mark Strong que aporta cierto carisma a un reparto que no rebosa de él, un Charles Dance (Tywin Lannister en Juego de Tronos) en su línea y un Matthew Goode que sirve bien a su papel. Como curiosidad, podemos ver a Rory Kinnear, rostro conocido entre otras cosas por encarnar al presidente en el primer episodio de la extraña y aclamada serie Black Mirror. Es justo decir que es un reparto sólido y con personajes bien construidos, como también lo es afirmar que Cumberbatch es el único actor cuyo trabajo sobresale.
De hecho, en The Imitation Game entramos en contacto con un personaje absolutamente genial. Quizás gran parte del atractivo de esta película reside precisamente en la humanidad y la fuerza conmovedora de la historia del matemático inglés. Con una historia tan buena, es posible que casi cualquier director hubiera podido sacar petróleo, pero también es posible que nadie en todo el espectro cinematográfico hubiera podido plasmar a Turing de la manera en la que lo hace Cumberbatch.
Sin embargo, aunque la historia humana sea quizás lo más bello tras esta cinta, hay que señalar que el tono de The Imitation Game no es el dramático. Quizás buscando esa armonía y ese balance entre elementos que funciona para gustar a las masas, Morten Tyldum cambia el tono del filme en diversas ocasiones, utilizando varias veces el de la comedia. Un humor quizás demasiado convencional y correcto, pero inteligente y a ratos ingenioso, que explota al máximo el personaje de Turing y lo cómico de su torpeza con los demás, así como el talento expresivo de Cumberbatch. Por otro lado, gran parte de la película es un thriller, en ocasiones puede que un thriller excesivamente “para toda la familia”. Y es que este convencionalismo es quizás lo único que se le puede reprochar a una película por otro lado bastante redonda.
Un convencionalismo que sobre todo condiciona a la película a no dejar el sabor de una joya o de una obra maestra, pero que por otro lado no ensombrece en modo alguno un gran trabajo cinematográfico, una historia que no hay que perderse y una actuación que seguro dará que hablar.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El filme narra la historia de Alan Turing, un personaje que debió haber sido mucho más notorio en la historia de Europa ya que contribuyó de forma determinante a la victoria aliada en la segunda guerra mundial y que sin embargo fue relegado al olvido y condenado a causa de ser homosexual en una sociedad que no lo admitía. Lo que hizo Turing, y he ahí la grandeza de su genio, fue crear una artefacto mecánico de una complejidad nunca vista antes, que basándose en la capacidad de combinar secuencias, tenía, como si se tratara de un gigantesco cerebro de metal, la capacidad de desencriptar códigos muy complejos. En este caso se trataba de decodificar los mensajes que el ejército alemán emitía y recibía continuamente. Pero no lo hizo solo, tuvo (y he ahí el reto para Turing) que trabajar junto a un grupo de matemáticos elegido por el ejército británico. El problema era que Alan Turing era un ser del todo encerrado en sí mismo.
Hay que admitir que el protagonista de Descifrando Enigma (versión española del título que parece haber quedado relegada a las paréntesis tras el título en inglés) consigue provocar una profunda comprensión en el espectador, una empatía férrea que hará que el público saboree la tristeza de la soledad, y vea la belleza que esconde. La vida de Alan Touring fue marcada por un hecho: la imposibilidad de conectar con los demás, de captar lo que la gente pretende decir pero que no verbaliza expresamente, de leer entre líneas. Alan veía el mundo con unos ojos diferentes que los demás. Esto contribuyó a aislarle, y a modelar una personalidad profundamente cuadriculada y antipática. En todo esto, hay una bella paradoja: Turing fue un ser condenado a no comprender el mundo, una persona cuya mente era profundamente torpe en lo que respectaba a la decodificación de los mensajes con los que las personas se comunican. Podría dar la sensación de que de alguna manera fuera precisamente esa particularidad, esa forma de ser única, la causa a su vez de su fracaso como ser humano y de su triunfo como matemático.
Hay que admitir que el protagonista de Descifrando Enigma (versión española del título que parece haber quedado relegada a las paréntesis tras el título en inglés) consigue provocar una profunda comprensión en el espectador, una empatía férrea que hará que el público saboree la tristeza de la soledad, y vea la belleza que esconde. La vida de Alan Touring fue marcada por un hecho: la imposibilidad de conectar con los demás, de captar lo que la gente pretende decir pero que no verbaliza expresamente, de leer entre líneas. Alan veía el mundo con unos ojos diferentes que los demás. Esto contribuyó a aislarle, y a modelar una personalidad profundamente cuadriculada y antipática. En todo esto, hay una bella paradoja: Turing fue un ser condenado a no comprender el mundo, una persona cuya mente era profundamente torpe en lo que respectaba a la decodificación de los mensajes con los que las personas se comunican. Podría dar la sensación de que de alguna manera fuera precisamente esa particularidad, esa forma de ser única, la causa a su vez de su fracaso como ser humano y de su triunfo como matemático.