El mundo de Steven Spielberg, este joven que había crecido fascinado con la idea de filmar, era el de los suburbios urbanos, de las familias simples, de los jóvenes populares, desconocidos y olvidados. Él haría que estos personajes, a lo largo de la primera parte de su carrera, conocieran lo sublime y se enfrentaran a lo extravangante.

Aunque el producto no es bueno, y es totalmente convencional en su línea argumental, en "Amblin", ese corto mudo que fue uno de sus primeros trabajos, parecen verse los indicios de esa tendencia. La historia de dos jóvenes autoestopistas (gente que "hace dedo", como decimos en mi país) que unen sus viajes y se enamoran, tiene algo de sutil rebeldía, de salirse del camino trazado. A Steven le gustaban las películas clásicas americanas, esa visión romántica de las películas y sus personajes, y en este corto producido en plena era "hippie" (se aprecia a la legua viéndolo) podríamos decir que se ven los comienzos de ese abrir un nuevo camino, que a la vez añoraba el pasado, que el muchacho de Ohio estaba a punto de iniciar.

Ya se perciben algunas tomas que lo identifican, y hay un match-cut usando las líneas de separación de los carriles en el asfalto, que es muy bonito.