Veía esta serie con trece o catorce años y ya me parecía llena de tópicos y excesivamente empalagosa... Un pastor protestante felizmente casado con siete hijos (bueno, cinco al principio, posteriormente tendrían gemelos) se enfrenta al día a día en su casa y en su parroquia... Fue el primer papel conocido de Jessica Biel, y a otros no se les volvió a ver, como no fuera para algún papel secundario sin importancia condenado al olvido (Barry Watson) o ni eso (Beverley Mitchell). El mayor problema de toda esa panda de chavales era que les dejaran volver a casa una hora más tarde, que les dejaran tener un perro, o cómo fingir estar enfermos para no ir al colegio. Estaba llena de tópicos en contra del alcohol, las drogas, los embarazos adolescentes y un largo etcétera que ya se habían tratado hasta el aburrimiento en películas mediocres de esas que ponían en su día en Antena 3 o Tele 5 después de comer, o en series igual de poco creíbles pero que en mi opinión merecen más nota, como Padres Forzosos, o incluso Los problemas crecen.

Sorprende algún capítulo que se tratan temas más serios, como el nazismo y lo vivido en los campos de concentración, el maltrato, el alcoholismo o las bandas callejeras... Quitando algún capítulo suelto, el resto son todo lo mismo. Y si tenemos en cuenta que son 11 temporadas a unos 21-22 capítulos por temporada... en fin. Blanco y en botella.