Esta película tenía todo, o casi todo, para interesarme- un western crepuscular ambientado en Bolivia en 1927, y que empieza donde acababa "Dos hombres y un destino" (Butch Cassidy and the Sundance Kid, 1969), de George Roy Hill- pero es curioso el mecanismo que hace que un film que lo tiene todo para interesar, a priori, acabe decepcionándote: resulta demasiado perfeccionista, demasiado relamido, demasiado estático. Tras la extraña y, a ratos, disparatada, "Nadie conoce a nadie" (1999), Gil sigue jugando a dos bandas, queriendo hacer un cine de gran espectáculo y un cine con pretensiones de autor, pero demasiado lastrado por su cinefilia (la dualidad pistolero viejo-pistolero joven, el dilema entre ética y falta de ética a la hora de robar, la amistad traicionada) , y, sobre todo, por el pastiche simple y puro. Sam Shepard es una buena elección para el papel de Butch Cassidy, y los paisajes bolivianos -sobre todo el desierto salino del Salar de Uyuni- lucen mucho, pero el guión es flojo, y el resultado es decepcionante. Además, todos los actores protagonistas -Shepard, Rea, y hasta Noriega- están doblados en la versión española, y este doblaje machaca bastante sus interpretaciones.

No hay realidad, no hay verdad, no hay emociones auténticas, ni la hondura y el calor humano de los verdaderos westerns; sólo hay postales hermosísimas y elaboradísimas, frialdad, heroísmo impostado, mitos fantasmales de un Oeste mental que quiere ser evocador y sólo es aburrido. Habrá muchos westerns hechos bajo bandera española -sobre todo en la época dorada, los años 60-70- superiores a éste...Pero muchos críticos de cine, que suelen ser del último que llega, o de lo último que llega, parecen no tener memoria; parecen descubrir el Mediterráneo cada vez que ven una película ligeramente diferente.