Tercera entrega de la saga iniciada por "Tiburón" (Jaws, 1975), de Steven Spielberg, "El gran tiburón" es una película mala pero entretenida, que sorprende por algunos detalles "gore", por llevar la acción al terreno del cine de catástrofes, y por la presencia de nada menos que Richard Matheson en la autoría del guión.

En relación con lo dicho anteriormente, la historia de esta secuela viene a contarnos lo mismo que la de "El coloso en llamas" (The Towering Inferno, 1974), de John Guillermin: la avaricia rompe el saco. Louis Gossett Jr. encarna a un personaje equivalente, de hecho, al que interpretaba William Holden en la película de John Guillermin.

Por lo demás, se aprecia aquí una muestra más de la intersección, tan importante en el cine estadounidense de género, entre el terror y los lugares de ocio, representados en este caso por un flamante parque temático dedicado a la fauna marina y el mar en general.