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Voto de AcorazadoCinefilo:
9
Drama. Romance A Lou Pascal (Burt Lancaster), un viejo gángster de poca monta que consigue algún dinero con las apuestas, lo mantiene en realidad la viuda de su antiguo jefe. En el mismo edificio que él vive Sally (Susan Sarandon), una atractiva mujer aspirante a croupier cuyo cuerpo lo tiene obsesionado. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Atlantic City" es una coproducción entre Canadá y Francia de 1980 dirigida por Louis Malle. Pertenece a ese grupo de películas en las que la ciudad es protagonista. En este caso, el enclave turístico de Nueva Jersey, Atlantic City, cuya rápida transformación en ciudad del juego comenzó en 1978 con la apertura del primer casino. Es un casino -lugar en que la suerte se alía con el fraude- donde se desarrolla parte del filme. Allí trabaja la paleta y sensual Sally Matthews (Susan Sarandon), llegada desde un oscuro pueblo -Moose Javian (Saskatchewan, Canadá)- a hacer fortuna en un lugar donde el sueño americano vive entre viejos y desatartalados edificios como el apartamento de Sally.

Lou Pascal (Burt Lancaster) es su vecino. Un hombre viejo y solitario, que espía a través de la persiana a la bella Sally cuando, cada noche, se perfuma con limones recién cortados los pechos para quitarse el olor de pescado del bar de ostras del casino-hotel en el que trabaja como camarera. Lou se gana la vida como corredor de apuestas y cuidando a Grace Pinza (Kate Reid), una mujer encamada, viuda del antiguo jefe de Lou, del que es amante. Lou presume de un pasado de gangster, cuando compartió celda con Bugsy Siegel.
Sally aspira a ser croupier en el casino, y hace un curso preparatorio, dirigido por Joseph (Michel Piccoli). Tiene mucha curiosidad y estudia francés para ir al Casino de Monte-Carlo a trabajar.

Pero la historia paralela de estos dos solitarios que no se conocen cambia cuando se presentan la hermana de Sally, Chrissie (Hollis McLaren) y su pareja, Dave (Robert Joy), que es el marido de Sally, a la que abandonó. Chrissie es un ser místico e infantil, y está embarazada. Dave es un vulgar traficante que quiere vender un paquete de heroína que robó en Philadelphia...

"Atlantic City" es una historia de demolición. Tras la delicada escena inicial con un zoom out en el que pasamos del primer plano de los limones cortados con un cuchillo al cuerpo de Sally en la ventana y la mirada secreta de Lou desde el piso de enfrente, tenemos los créditos y las imágenes de un edificio implosionado -Traymore Hotel, derribado en 1972- en una ciudad que busca su sitio: el juego. New Jersey legalizó el juego en 1976. Todos buscan su lugar natural o ideal en Atlantic City: Lou ser admirado, pero es un cobarde -"Numb Nuts" (pelotas dormidas)-; Sally trabajar en Monaco en el casino, pero huele a pescado y no sabe francés; Chrissie reencarnarse en un ser puro, pero no es más que una hippie pobre trasnochada; Grace recuperar el esplendor de su juventud cuando llegó a la ciudad para un concurso de dobles de Betty Grable, pero está echada permanentemente en la cama viendo la televisión, atendida por Lou; Dave, el estúpido ex-marido aspira a ser un gran capo y no es más que carne de cañón, alguien a quien nadie quiere, ni muerto. Todos los personajes "demolidos" quieren "reconstruirse", como la ciudad. Lou, Grace y Sally residen en un edificio que pronto será derribado. Como el tránsito de los setenta a los ochenta en que se rueda la película. De la música disco a la new wave.

Las interpretaciones de Susan Sarandon, Burt Lancaster y Kate Reid son fantásticas. Michel Piccoli apenas aparece. Hollis McLaren y Robert Joy son un buen contrapunto. Su llegada a la ciudad caminando y, más tarde, tumbados en una camioneta, con su ropa andrajosa simboliza la incisión del pasado en la tierra del futuro. Dave será el puente entre Sally y Lou, entre las lejanas esperanzas y añoranzas fingidas y la realidad del rápido enriquecimiento con los estupefacientes.

"Atlantic City" es una película otoñal de un director de 48 años, con un Burt Lancaster de 67. Una hermosa historia de gentes insignificantes, que a fuerza de soñar ya son divinos, porque el hombre es un dios cuando sueña, como escribió Hölderlin.

Francisco Huertas Hernández (Acorazado Cinéfilo)
AcorazadoCinefilo
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