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Comedia
Cuando a Julien Foucault, después de 17 años, lo despiden de su puesto en el banco Berthin-Schwartz, se da cuenta de que ha llegado el momento de realizar el sueño de su vida: abrir un restaurante con Etienne, su mejor amigo. Sin embargo, el banco se niega a darle apoyo financiero. Julien decide entonces aprovecharse de la información confidencial que tienen los empleados y traficar con ella. (FILMAFFINITY)
25 de junio de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julien Foucault (Gérard Lanvin), un maître de restaurante cuyo sueño es montar uno con su amigo y muy buen cocinero Étienne (Jean-Pierre Darroussin) para lo cual necesitan 200.000 euros (el resto lo tienen ellos), ve rechazada su solicitud de crédito, primero por un banquero al que le levaba 17 años organizando veladas y luego por el banco de la esquina, en el cual recuerda una conversación oída al banquero y sus compadres a través de un conducto de aire que comunica esta con el comedor del restaurante donde trabaja, en el que hablaban sobre cómo aprovecharse sobre información privilegiada respecto a movimientos de empresas y sus futuros incrementos en el precio de las acciones; y le pide al director de la sucursal que invierta en la compañía que había oído iba a subir, el director le toma a la ligera y le dice que él no está para esas tonterías bursátiles sino para colocar productos bancarios al uso (ya saben, la habitual usura).
Julien olvida el asunto hasta que recibe una llamada del director del banco que alterado al ver que la compañía que menciono ha visto incrementar sus acciones en un 30 por ciento, se deshace en elogios ante su clarividencia y le dice que si consigue alguna información de similar jaez se lo haga saber y él se encargara de rentabilizarla (eso sí, en secreto y sin querer saber cómo consigue la información).
Ya tenemos a Julien poniendo el oído, al director del banco haciendo las inversiones y a un indiscreto Étienne que pone tras la pista del lucrativo negocio a medio barrio.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Julien olvida el asunto hasta que recibe una llamada del director del banco que alterado al ver que la compañía que menciono ha visto incrementar sus acciones en un 30 por ciento, se deshace en elogios ante su clarividencia y le dice que si consigue alguna información de similar jaez se lo haga saber y él se encargara de rentabilizarla (eso sí, en secreto y sin querer saber cómo consigue la información).
Ya tenemos a Julien poniendo el oído, al director del banco haciendo las inversiones y a un indiscreto Étienne que pone tras la pista del lucrativo negocio a medio barrio.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A la comedia de enredo que tan atractivos ingredientes atesora para el puteado por los bancos ciudadano de a pie, sumamos la entrada en escena de Stéphanie (Barbara Schulz), una atractiva mujer que Julien conoce tras un malentendido cuando ella le confunde con el tipo con el que se había citado en una cita a ciegas por Internet, la relación amorosa que comienzan a establecer, la acerada y fuerte crítica repleta de ironía y mala leche hacia el sistema bancario (antes del primer fotograma se nos advierte que estamos ante una película ideada antes de la actual crisis financiera), y tenemos una entretenida y divertida comedia picaresco/costumbrista con toques románticos de esas con las que el cine francés nos obsequia de vez en cuando (normalmente cuando se dejan de pueriles payasadas), dirigida por unos Gérard Bitton y Michel Munz que tras su "Si yo fuera rico 2002" parecen haberse especializado en este tipo de comedias sobre enriquecimiento rápido por parte del sufrido ciudadano de a pie, con un Gérard Lanvin que realiza un buen trabajo y es la estrella de la función, Jean-Pierre Darroussin aportando ese toque marca de la casa, buen trabajo por parte del resto del casting y tenemos una película que te hace pasar un rato verdaderamente entretenido y empatizar al instante con ese Robin Hood contemporáneo encarnado por el bueno de Julien Foucault, alegrarte con sus logros y preocuparte cuando las cosas comienzan a torcerse, hasta su feliz final.