La verdad que desconocía que este monólogo, que hace poco Almodóvar llevó al cine, fuera tan popular en el teatro y que otros grandes la llevaron también a la pantalla.

Cuando veo esta versión, no dejo de pensar en Almodóvar y comparar las dos versiones, y sin duda, me gusta mucho más la versión de Rossellini y Anna Magnani, su interpretación y la sencilleza de la dirección son mucho más intensas que la dirección del manchego.

Si hay algo que me gusta de Magnani es su realismo, su intensidad, porque en el fondo este monólogo no es mucho más, es sobre el sufrimiento de una mujer, y demasiadas cosas, sobran.

Aquí no sobra nada, es intenso y doloroso, Almodóvar me gustó cuando la vi en el cine, pero después de esta versión, pienso que nuestro director manchego exagera en su “experimento”, porque así lo llamó el propio director.

Lo dicho, Magnani demuestra ser una de las grandes actrices italianas de todos los tiempos, y conseguir algo sencillo, real e intenso, es muy complicado, aquí la actriz me implica en su dolor, la siento y la palpo, casi estoy con ella en esa habitación.