Es un coñazo insoportable (pese a durar poco más de 80 minutos). Y es que la vi a una hora muy, muy tarde, bostezando a cada minuto, intentando quedarme durmiendo. Pero nada, no pude quedarme durmiendo pese a los intentos, me quede despierto y me acabe tragando esta película que pese a que el corto de Tony Scott no llegue a ser vomítivo como los otros dos, es un aburrimiento de proporciones salvajes.

El primer fragmento dirigido por mi buen amigo Tony Scott es casi pasable, con actores correctos y una historia que casi llega a enganchar pero dirigida, para variar, de manera nefasta y muy cansina por el director. Y el corto de Scott probablemente sea el mejor de los tres debido a que el final sin ser ninguna maravilla, no es completamente infumable como en el caso de los dos siguientes fragmentos.

La del hijo de Ridley Scott es un coñazo de consideración en el que durante el tiempo que duraba solo estaba pendiente en que el tío que salía era clavadito a Daniel Craig. Y tan clavado, como que es él. Lo que pasa es que como aquí no estaba puesto en el reparto no lo sabía. Por lo demás, una historia mal dirigida y que acabas deseando que se acabe.

La de Russell Mulcahy está en línea de casi toda su filmografía. Una historia bien infumable y desesperante, actores haciendo el ridículo y escenas francamente bochornosas (esa lucha entre el un demonio y un santo como espectáculo en plena calle o el mismo final). Y eso que en un principio la ambientación parecía buena. Pero acaba resultando bochornosa.

Para muy, muy salidos porque la película apenás enseña unas cuantas tetas y las tías están buenas y aún encima te tienes que tragar un coñazo. Pero para los menos salidos mejor una película porno. Donde va a parar.