El cine francés ha conseguido algo que no está al alcance de cualquier país, excepto los Estados Unidos, que sus propias producciones traten de igual a igual a las foráneas (sobretodo las que llevan el sello "made in Hollywood"), y ello lo han conseguido labrándose un camino própio donde brillan ideas nuevas y poco encorsetadas por los magnates del cine norteamericanos. Aunque de vez en cuando, los productores y directores franceses se permiten mirar un poco de reojo al poderoso vecino del otro lado del Atlántico.

El film, dirigido por Francis Veber, viene a ser una típica comedia romántica de enredo al uso: la historia se centra en Françoise (Gad Elmaleh), es un humilde (y triste) aparcacoches, torturado por las calabazas que le dió el amor de su infancia, Emilie (Virginie Ledoyen), quien le da calabazas anillo en mano. Sin embargo, por azar del destino, su presencia en una comprometedora foto en la que además de él mismo aparecen un poderoso empresario (interpretado por Daniel Auteuil), y su espectacular amante (Alice Taglione), motivarán que Françoise tenga que representar la comedia de hacerse pasar por el novio de la amante, de forma que el empresario pueda salvaguardar las apariencias y de paso su matrimonio (Kristin Scott Thomas interpreta a la mujer del empresario).

Con este punto de partida que de alguna forma nos es vagamente familiar, el film discurre por caminos ya transitados de la comedia, y no aporta prácticamente nada nuevo, excepto quizás la mayor presencia y consistencia por parte de los secundarios, evitando personalizar el film en una gran estrella (evitando el típico "star system"), y soportando entre todos el peso de un film, más valioso por las buenas interpretaciones en general que no por la historia en sí. Resumiendo un film cuya única vocación es la de entretener intentando ofrecer algo similar a productos foráneos pero sin perder la identidad própia.