Jason Reitman vuelve con un guión de Diablo Cody, que lleva una línea parecida a la de la celebrada "Juno", aunque visto desde otra perspectiva. La protagonista del film es Mavis Gary (Charlize Theron) una mujer adentrada en los 30 años, que se resiste a madurar, que se gana la vida escribiendo novelas juveniles, y que de forma consciente o inconsciente trata de emular la forma de vida de los personajes sobre los que escribe. Recien divorciada y con la colección de libros a punto de ser cancelada, no se le ocurre otra cosa que huir hacia delante y volver a su pueblo a intentar reconquistar a su antiguo novio, Matt (Patrick Wilson) que acaba de ser padre.

Al igual que otros films del mismo realizador, pese a que la trama está contada en un tono cómico, ligeramente socarron, en el que el personaje de Mavis es retratado como el de una mujer que se niega a madurar y que roza los límites del patetismo, de forma soterrada circula una fina ironía y una mirada nada complaciente hacía una sociedad que avanza implacable y devora a cuantos se niegan a avanzar con ella. Mavis, como muchos otros, vivió sus mejores momentos personales de adolescente, cuando en la pequeña localidad donde vivía era popular, era pretendida por un buen número de jóvenes y envidiada por sus compañeras. Al crecer y buscarse la vida fuera de allí, ha pasado a ser un personaje anónimo más, que escribe historias por encargo, pese a que su nombre aparece casi escondido entre las tapas del libro. Por ello, en un momento de su vida en el que debería dar definitivamente ese paso adelante, decide volver a su localidad natal en un intento desesperado por volver a "aquéllos maravillosos años". Lo que cuenta el film es la constatación que aquellos tiempos ya han pasado, y los contínuos desengaños y resbalones no hacen sinó de crueles recordatorios.

Y ello lo cuenta en un tono que a medida que avanza el metraje se va haciendo más y más serio y oscuro, con una Charlize Theron muy entregada con un personaje complicado, que al principio se nos hace un tanto desagradable y también algo trastornada pero que poco a poco acabamos entendiéndola, y del patetismo pasamos a la compasión. En el fondo, la entendemos porque el que más y el que menos recuerda con nostalgía los años mozos y a muchos nos gustaría que el tiempo se hubiera detenido. Lo mismo que intenta el personaje de Mavis.

Quizás no sea un film redondo del todo, pero Reitman vuelve a tocarnos en un punto sensible, y nos recuerda eso que precisamente queremos olvidar cuando entramos en una sala de cine ("tempus fugit"). Quizás por eso, la taquilla le ha dado la espalda.