Hitchcock entregó otra de sus excepcionales películas de suspense e intriga con Yo confieso. Quizá no ha quedado en la memoria de los espectadores como otras obras del genio inglés, pero una vez más la película es un modelo de inteligencia narrativa, ingenio y por supuesto esa creación de tensión apabullante que asfixia al espectador igual que a los personajes.
Pero si por algo merece recordarse la cinta es por la excelente interpretación de uno de los mitos de Hollywood, Montgomery Clift, el sacerdote más atractivo que se ha visto en ficción (con todo respeto para Richard Chamberlain y Rodolfo Sancho), que no sólo está guapo a rabiar sino que clava las inquietudes de un hombre al límite obligado a guardar un secreto que puede costarle la libertad o la vida.
A descubrir.

Lo mejor: La intriga y Montgomery Clift
Lo peor: Nada, salvo que otras de Hitchcock son todavía mejores.