Nada queda claro en Collateral.
Ni por qué muere la víctima primera (se dice, sí, pero no termina de quedar meridianamente clara su vinculación con los asesinos), ni qué tenía en su poder el militar para chantajear a Sandrine como lo hace, ni si sirve para algo el insufrible personaje de Billie Piper, ni si la pastora anglicana tiene alguna importancia más allá de poner la nota LGTB en la serie, ni si ni siquiera el personaje del político termina por tener un auténtica importancia en la trama. El ritmo, además, es demasiado pesado en algunos tramos de cada capítulo, y como decimos, el guión es enormemente confuso, poblado de larguísimas y muy rápidas conversaciones que pondrán a prueba la comprensión del más bilingüe de los hablantes de inglés que la vean en VO, pero también la paciencia de los que estén esperando claridad en una historia nada clara.
Es correcta, está bien hecha y bien rodada, tiene un reparto estupendo (atención a Jeany Spark), una Carey Mulligan brillante, pero no cuaja porque tiene demasiadas cosas que fallan.