Mira que la trama de esta ¿última? película de la saga Resident Evil es simple, ¿eh? Pues el guión es tan pobre que aun así se hace confusa.
Poco queda ya de la brillantez de la primera entrega de la franquicia, allá por 2002. Esta película es ya más una cinta de aventuras y acción convencional, con mucho ruido pero pocas nueces. No hay espacio para sentir nada por ningún personaje que no sea la sempiterna Alice, interpretada una vez más por una Milla Jovovich por quien no parecen pasar los años (aunque, un poco como Keanu Reeves en John Wick, parece haber asumido ya que su sino es este tipo de películas, después de infructuosos intentos en el drama o la comedia). No existe emoción o tensión alguna en lo que va ocurriendo, y las muertes, aunque haya un ventilador gigante de por medio, nos dan bastante igual.
Con todo, ofrece cierto entretenimiento, pero está muy lejos de ser lo que fue esta saga.