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Voto de Talibán:
5
8,0
21.706
Drama. Comedia
Después de obtener un éxito rotundo, un director de cine atraviesa una crisis de creatividad e intenta inútilmente hacer una nueva película. En esta situación, empieza a pasar revista a los hechos más importantes de su vida y a recordar a todas las mujeres a las que ha amado. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2012
80 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Ocho y medio” es, quizás con diferencia, la película menos sincera de Fellini. Cierto, habla de sí mismo sin límites. Cierto, inventa una forma personalísima de expresarse mediante imágenes que vertebraría su obra posterior y la de muchos cineastas, por añadidura. Cierto, el tema es el bloqueo creativo (simbolizado por un atasco de tráfico) y qué mejor materia para tratar en una película. Y, por último, cierto, la gestación y producción de esta película son en sí mismas un punto de inflexión vital para Fellini, que ya no volvería a ser el de antes.
De acuerdo en todo, ¿cómo no estarlo si salta a la vista? ¿Cómo soslayar la tremenda influencia en la historia del Cine de esta película? A partir de aquí, iniciemos el inventario de discrepancias.
Para empezar, “Ocho y medio”, más allá del valor estético de sus imágenes, que luego intentaré discutir, no es el reflejo de una crisis artística y existencial. Fellini se pone en escena a sí mismo, pero disfruta enormemente con ello; es como esos niños que inventan juegos, inventan oponentes e incluso inventan un suspense fingiendo la posibilidad de que podrían perder para dar mayor valor a su victoria final. Fellini marca todas las cartas y nos invita con absoluta desfachatez a la mesa. La película que realmente refleja una catarsis personal consecuencia del abismo por el que se despeñaba su autor en aquella época es “La dolce vita” (como luego lo será “Toby Dammit”). En “Ocho y medio” no ajusta ninguna cuenta consigo mismo, aunque finja hacerlo. Es, de hecho, la película que Fellini hace para evitar mirarse al espejo, convirtiéndose en materia dramática con el ánimo fundamentalmente evasivo de observar a los demás sin riesgo alguno.
Aunque es posible hacer una obra maestra incluso desde la falsedad más descarada, y, ya puestos, puedo comprender que “Ocho y medio” sea una evolución necesaria después del trance espiritual y artístico que acababa de superar. “Ocho y medio” no me gusta por otras razones.
De acuerdo en todo, ¿cómo no estarlo si salta a la vista? ¿Cómo soslayar la tremenda influencia en la historia del Cine de esta película? A partir de aquí, iniciemos el inventario de discrepancias.
Para empezar, “Ocho y medio”, más allá del valor estético de sus imágenes, que luego intentaré discutir, no es el reflejo de una crisis artística y existencial. Fellini se pone en escena a sí mismo, pero disfruta enormemente con ello; es como esos niños que inventan juegos, inventan oponentes e incluso inventan un suspense fingiendo la posibilidad de que podrían perder para dar mayor valor a su victoria final. Fellini marca todas las cartas y nos invita con absoluta desfachatez a la mesa. La película que realmente refleja una catarsis personal consecuencia del abismo por el que se despeñaba su autor en aquella época es “La dolce vita” (como luego lo será “Toby Dammit”). En “Ocho y medio” no ajusta ninguna cuenta consigo mismo, aunque finja hacerlo. Es, de hecho, la película que Fellini hace para evitar mirarse al espejo, convirtiéndose en materia dramática con el ánimo fundamentalmente evasivo de observar a los demás sin riesgo alguno.
Aunque es posible hacer una obra maestra incluso desde la falsedad más descarada, y, ya puestos, puedo comprender que “Ocho y medio” sea una evolución necesaria después del trance espiritual y artístico que acababa de superar. “Ocho y medio” no me gusta por otras razones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No creo que el caos personal pueda representarse cinematográficamente con el simple caos narrativo y dramático; me parece tramposo. ¿De verdad la solución personal que Fellini se da a sí mismo –la única forma de dar sentido a todos los recuerdos, las personas, la situaciones de nuestra vida es verlos desfilar en una danza demencial- es válida para los personajes, los temas y las situaciones que plantea una obra de arte? Un collage está hecho de trozos dispares pero al dar un paso atrás y reencuadrar nuestra mirada, debe aparecer como un todo homogéneo y separado del mundo. La armonía no consiste en poner música de fondo –aunque sea de Nino Rota- y dejar que ésta sea la pieza que ensamble todo como por arte de magia.
La fabulosa potencia visual de Fellini está presente en toda la película, eso es imposible de refutar, y por eso se puede calificar a “Ocho y medio” de cualquier cosa menos de mediocre. Hay escenas singularísimas y magistrales. Sucede que muchos episodios de “Ocho y medio” no son dignos del mejor Fellini: algunas escenas con las amantes del protagonista, secuencias de su infancia, de la fauna humana que se desparrama por los pasillos del hotel, así como la famosa escena del harén, para mí de las peores que ha rodado nunca y nada tiene que ver esta opinión con la misoginia que pretende ilustrar. Unas son repetitivas, otras están alargadas, y las demás son gratuitas. Si como un todo la película me parece un fracaso, por partes creo que es igualmente discutible.
La fabulosa potencia visual de Fellini está presente en toda la película, eso es imposible de refutar, y por eso se puede calificar a “Ocho y medio” de cualquier cosa menos de mediocre. Hay escenas singularísimas y magistrales. Sucede que muchos episodios de “Ocho y medio” no son dignos del mejor Fellini: algunas escenas con las amantes del protagonista, secuencias de su infancia, de la fauna humana que se desparrama por los pasillos del hotel, así como la famosa escena del harén, para mí de las peores que ha rodado nunca y nada tiene que ver esta opinión con la misoginia que pretende ilustrar. Unas son repetitivas, otras están alargadas, y las demás son gratuitas. Si como un todo la película me parece un fracaso, por partes creo que es igualmente discutible.