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Voto de Quatermass:
3
Comedia Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
16 de noviembre de 2008
59 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
One, Two, Three cuenta la historia de un señor que es responsable de la fábrica de Cocacola en el Berlín de los sesenta, un Berlín dividido por el homónimo muro. Entre sus planes está el de extender el imperio de la chispa de la vida entre los malvados comunistas, como medio para escalar posiciones en la empresa. Pero el viaje de la hija de su jefe, mujer de enamoramiento fácil -por así decirlo y de paso esquivar la censura-, que deberá cuidar mientras dure su estancia en Alemania, trastocará sus planes seriamente.

Ni puta gracia, hablando en plata. Empezando por un guión que es partícipe de la mayor de las inocencias, cuyas líneas son literalmente gritadas por actores todo lo rápido que sus laringes se lo permiten. De hecho pienso que tal vez Bayer pusiese una parte del presupuesto de la película, mal no les iba a salir la jugada a sus directivos: éxito de taquilla y venta de aspirinas a la salida del cine. Y es que lo que tenemos aquí es un humor repetitivo hasta la náusea: los de la oficina que se levantan, el ex-nazi dando taconazos, los previsibilísimos chistes con la secretaria cachonda, el comunista soltando máximas políticas sacadas de contexto y llevadas al absurdo, etc. Si no te hizo gracia la primera vez, tal vez te lo haga la vigesimosegunda, ¿no? Interesante hipótesis.

Y en 1961, ojo, estamos hablando de la década que vió nacer a los Monty Python, estamos hablando de una época en la que ya habían transcurrido treinta años desde los hermanos Marx y su genial Sopa de Ganso. Y a estas alturas el señor Wilder nos viene con esta soporífera obra humorística falta de atisbo alguno de irreverencia -cualidad indispensable en toda comedia-, colmada de corrección política, estereotipada, politizada rayando la propaganda y, sobre todo, de una inocencia más que manifiesta. Groucho seguro que lloró al ver esto, y no precisamente de risa. Ni puta gracia.
Quatermass
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