Pues yo me alegro de no estar en manos de estos jerifaltes americanos que se dedican a experimentar con petardos atómicos así, como quien no quiere la cosa.
Porque me parecen unos descuidados y muy poco serios evacuando las zonas afectadas (spoiler). Una pasadita con el helicóptero, muy por encima y hecho con desgana que, total, ya sabemos que en ese pueblo no vive nadie y a otra cosa mariposa que es viernes y me tengo que ir de finde por ahí.
Normal que el lugar se les llene en cinco minutos. Benidorm parece un desierto si lo comparamos con ese pueblo. Entra y sale cualquiera y McNally demuestra ser un tipo muy socializador al querer rodearse de tanta gente después de fugarse de la cárcel.
Una reunión improvisada, con invitados un poco reacios, no puede resultar muy divertida ni mucho menos cuando todos saben que pueden volar por los aires en unas pocas horas.
Cada uno reacciona a su manera ante la inminencia de la muerte y no voy a ser yo quien juzgue a los rehenes por sus actos porque estoy seguro de que yo no me distinguiría por mi heroísmo precisamente.
Este tipo de película de encierro ante una situación límite ya es un subgénero en sí misma y Dick Powell no lo lleva nada mal. Personajes diferenciados, batalla contra el tiempo, el verdadero carácter sale a la luz y desnuda a sus personajes con un final que me gusta muchísimo aunque no diga nada bueno acerca de la profesionalidad de un sector que, francamente, mejor sería que se dedicaran a freír espárragos.