Carta de un pistolero a los usuarios de esta página:

Les hablo con el corazón en la mano y desde mi propia experiencia. Créanme, no basta.
Ni basta con ser el más rápido ni basta con ocultarlo.
Ya podéis huir y esconderos en el pueblo más perdido que vuestros fantasmas del pasado os perseguirán hasta alcanzaros y os obligarán a sacar el revólver, aunque sea contra unos dólares de plata, no para demostrar a los demás sino para demostraros a vosotros mismos, que pudisteis derrotarlos.
Y esa será vuestra perdición.
Porque cuando eres el mejor, la noticia se extenderá como la pólvora y todos los pistoleros del país querrán desafiaros. Y eso no es un juego, señores, no lo es. El desafío, cara a cara, con la muerte, siempre es un farol, una apuesta a la carta más alta en la que nunca se puede estar seguro de quién posee el as.
Glenn Ford lo sabe, yo lo sé y por eso, hemos de marcharnos. Huir y escapar de nuestra propia leyenda. Es imposible. No existe un lugar lo bastante lejos y, además, él ya está aquí. Ha llegado.

Y yo os comprendo a todos vosotros.
Ser el más rápido tiene sus ventajas.
Cuando entro en el bar es a mí a quien primero sirven y, casi siempre, soy invitado por cuenta de la casa.
Tampoco tengo que guardar cola en el supermercado, ni en el aeropuerto ni en Port Aventura.
Y con respecto a la declaración de Hacienda pues...! A mí siempre me sale a devolver!
Pero no os creáis que todo el monte es orégano.
Los desafíos son constantes e inoportunos.
Me interrumpen la siesta y me interrumpen en el baño. De día o de noche, haga sol o llueva. Os aseguro que es muy cansado y no merece la pena. Glenn Ford lo sabe y yo también. Háganme caso señores, guárdense sus pistolas y no intenten emularnos. No sabéis cómo os envidio.