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Voto de Izeta:
9
8,0
3.123
Drama
Un anciano matrimonio reúne a cuatro de sus hijos, ya independizados, para comunicarles que están arruinados y los van a desahuciar en un plazo muy breve. Los hijos deciden entonces repartirse a sus padres: uno se queda con la madre y otro con el padre, lo que supone un duro golpe para los ancianos, ya que han vivido juntos toda la vida. (FILMAFFINITY)
28 de junio de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
! Cómo se puede hablar de esta película!.
No lo sé. Es impresionante.
Un drama terriblemente cruel que apuñala nuestras conciencias, pero expuesto de la manera más sutil, discreta y delicada que pueda darse. lo que hace que duela mucho más.
La llegada de la vejez y la enfermedad y cómo condiciona la vida familiar.
Yo, lo siento mucho, pero a pesar de estar todavía noqueado y sorbiéndome los mocos por lo que acabo de ver, quiero pensar que la mayoría de hijos no somos así. Por lo menos, no en el grado de egoísmo e indiferencia que vemos aquí.
Tal y como se afirma en la película, llega un momento en que padres e hijos estamos sumidos en ritmos de vida diferentes.
Nuestros padres, tan fuertes, tan sabios, tan inquebrantables, de repente, empiezan a necesitarnos y, muchas veces, tardamos mucho en darnos cuenta.
! Estábamos tan acostumbrados a que ellos fueran nuestro sostén!. Por eso, cuando todo eso cambia y más si es de repente, tardamos en reaccionar. Y además, nos da miedo.
Y sí. ya sabemos lo que pasa en las familias...
No, tengo mucho trabajo.
No, tú tienes más mano que yo para esto.
No, tú estás en mejor situación que yo.
No, a ti ni te vemos el pelo.
Lo más habitual es que uno de los hijos se haga totalmente cargo de sus padres con la ayuda ocasional que le puedan prestar el resto de los hermanos. Lo que se suele traducir en el síndrome del cuidador quemado. Y esto acarrea, quizá, disputas entre ellos o algo peor.
Pero la cruel indiferencia de estos hijos hacia sus padres no, hombre, quiero pensar que no. Quiero pensar que no es lo habitual.( spoiler)
Lo que me resulta maravilloso es con qué contención y elegancia nos cuenta McCarey la historia del matrimonio. Cómo encaran ellos su vejez. Con qué sabiduría y discreción nos va presentando las diferentes situaciones de la pareja de ancianos, viéndose obligados a vivir separados y, sumidos en callada resignación, intentando adaptarse a lo que sus hijos esperan de ellos. Cómo fingen no darse cuenta para no hacer daño.
Cómo viven su amor a distancia, acrecentándose ante la certeza de que ya está próxima su definitiva separación. El último encuentro es arrebatador. La película está repleta de escenas de una emoción incontenible. Es increíble cómo, sin mostrarnos nada especialmente melodramático o tremebundo, al revés, con callada serenidad, nos retuerce todas las fibras de nuestro ser.
Elegante y emocionante, muy, muy, elegante y emocionante.
No lo sé. Es impresionante.
Un drama terriblemente cruel que apuñala nuestras conciencias, pero expuesto de la manera más sutil, discreta y delicada que pueda darse. lo que hace que duela mucho más.
La llegada de la vejez y la enfermedad y cómo condiciona la vida familiar.
Yo, lo siento mucho, pero a pesar de estar todavía noqueado y sorbiéndome los mocos por lo que acabo de ver, quiero pensar que la mayoría de hijos no somos así. Por lo menos, no en el grado de egoísmo e indiferencia que vemos aquí.
Tal y como se afirma en la película, llega un momento en que padres e hijos estamos sumidos en ritmos de vida diferentes.
Nuestros padres, tan fuertes, tan sabios, tan inquebrantables, de repente, empiezan a necesitarnos y, muchas veces, tardamos mucho en darnos cuenta.
! Estábamos tan acostumbrados a que ellos fueran nuestro sostén!. Por eso, cuando todo eso cambia y más si es de repente, tardamos en reaccionar. Y además, nos da miedo.
Y sí. ya sabemos lo que pasa en las familias...
No, tengo mucho trabajo.
No, tú tienes más mano que yo para esto.
No, tú estás en mejor situación que yo.
No, a ti ni te vemos el pelo.
Lo más habitual es que uno de los hijos se haga totalmente cargo de sus padres con la ayuda ocasional que le puedan prestar el resto de los hermanos. Lo que se suele traducir en el síndrome del cuidador quemado. Y esto acarrea, quizá, disputas entre ellos o algo peor.
Pero la cruel indiferencia de estos hijos hacia sus padres no, hombre, quiero pensar que no. Quiero pensar que no es lo habitual.( spoiler)
Lo que me resulta maravilloso es con qué contención y elegancia nos cuenta McCarey la historia del matrimonio. Cómo encaran ellos su vejez. Con qué sabiduría y discreción nos va presentando las diferentes situaciones de la pareja de ancianos, viéndose obligados a vivir separados y, sumidos en callada resignación, intentando adaptarse a lo que sus hijos esperan de ellos. Cómo fingen no darse cuenta para no hacer daño.
Cómo viven su amor a distancia, acrecentándose ante la certeza de que ya está próxima su definitiva separación. El último encuentro es arrebatador. La película está repleta de escenas de una emoción incontenible. Es increíble cómo, sin mostrarnos nada especialmente melodramático o tremebundo, al revés, con callada serenidad, nos retuerce todas las fibras de nuestro ser.
Elegante y emocionante, muy, muy, elegante y emocionante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En el caso de esta película, que lo que se plantea es la situación de desamparo en la que quedan los ancianos por haber sido desahuciados, no me cuadra lo que veo.
Vale, se supone que están en época de crisis ( los años 30) y, por lo visto, los hijos ( que son cinco, coño), no están en condiciones de asistirles económicamente. De acuerdo.
Pero el hijo que le acoge a la abuela ( Thomas Mitchell), vive en un casoplón y tienen doncella. ¿ En serio no tenía sitio para el matrimonio y tenían que separarlos?. ! Pero si en ese salón cabían quince camas!
La hija que acoge al padre lo mismo. Vale, vive en una casa más modesta pero, ¿ en vez de hacerle dormir a su padre en el sofá no podía haber instalado una cama?.
¿O, entre todos, no podían haberles alquilado un piso modesto?. Porque sí nos dejan caer la situación de paro de alguno de ellos así como el mal momento de los negocios de otro pero, desde luego, esos hijos no parecen pertenecer a la clase obrera precisamente.
No, no es que estos hijos representen los egoísmos propios de la juventud soberbia. Es que son unos auténticos h****de p***. Por eso no me cuadra que, siendo así, McCarey se moleste en dibujar escrúpulos en ellos.
Vale, se supone que están en época de crisis ( los años 30) y, por lo visto, los hijos ( que son cinco, coño), no están en condiciones de asistirles económicamente. De acuerdo.
Pero el hijo que le acoge a la abuela ( Thomas Mitchell), vive en un casoplón y tienen doncella. ¿ En serio no tenía sitio para el matrimonio y tenían que separarlos?. ! Pero si en ese salón cabían quince camas!
La hija que acoge al padre lo mismo. Vale, vive en una casa más modesta pero, ¿ en vez de hacerle dormir a su padre en el sofá no podía haber instalado una cama?.
¿O, entre todos, no podían haberles alquilado un piso modesto?. Porque sí nos dejan caer la situación de paro de alguno de ellos así como el mal momento de los negocios de otro pero, desde luego, esos hijos no parecen pertenecer a la clase obrera precisamente.
No, no es que estos hijos representen los egoísmos propios de la juventud soberbia. Es que son unos auténticos h****de p***. Por eso no me cuadra que, siendo así, McCarey se moleste en dibujar escrúpulos en ellos.