Si hay que camelarse a un millonetis, nunca lo dudéis chicas...Siempre, siempre, a por el padre, que luego ligarse al hijo ya va rodao.
Esto ya lo aprendió Marilyn en la de Hawks, que sus sinsabores le costó, hasta que se dio cuenta de cómo tenía que enfocar el asunto.
Claro que, como aquí tenemos a la Durbin, se puede disimular solicitándole al viejo audiciones, en vez del collar, para atraparle con sus cantos de sirena antes de asestar el golpe mortal.
Y el pobre hijo no podía haberlo previsto. Que su padre moribundo, ante la contemplación del ángel en la Tierra, hiciera caso omiso de la luz y regresara al mundo de los vivos para, a partir de entonces, dedicarse en cuerpo y alma a emparejarle con ella, ninguneando así, de manera insultante, a su novia.
! Ah, chaval, que tú creías que las elegías tú pero el que las elige es tu padre!
! Y qué padre!.
Charles Laugthon se lo merienda todo, como no podía ser de otra forma y, si yo fuera la Durbin, después de bailar la conga, me casaría con él y no con su hijo que, además de los millones, me iba a asegurar una existencia de lo más divertida.
Una deliciosa comedia, en estado de gracia, magníficamente urdida y llena de grandes momentos...Un placer.
PD: Perdóname Durbin, que igual he sido injusto contigo y no eres tú quien se liga al padre sino el padre quien te liga a ti. Lo que si está claro es, que no es el hijo quien se liga a nadie.