Una de esas divertidas, interesantes y vertiginosas cintas de gángsters que corrían a borbotones por la traumatizada población de la década de los treinta que a fuerza de leer en los periódicos las andanzas de sus más crueles conciudadanos se sentía ávida de ver cómo podrían desenvolverse sus vidas en el cine.
A Al Capone no pudieron enchironarle nada más que por evasión de impuestos y ello sentó las bases para que hicieran lo propio con algunos otros capos más y de ello da cuenta esta película que aun siendo totalmente ficción, no cabe duda que los de la Warner era a ellos a quienes tenían en mente.
La película está bien realizada, bien argumentada, con giros y sorpresas, con buen uso de la tensión y la sensación de peligro planeando durante todo el film. Diálogos rápidos y acerados, ya saben, en esa época ninguno abría la boca si no era para soltar algo bueno. Sí resulta algo atropellada, estas cintas cortas con tramas tan densas, debían contar mucho en muy poco tiempo, pero yo siempre me quedo admirado de la labor de los guionistas que eran capaces de sintetizar tanto en tan poco espacio.

Ricardo Cortez es el que nos va a atrapar en esta peli con su espléndida actuación. Su personaje de jefe mafioso es de los que da pavor. Hace y deshace la tela como una singular araña. Sus manos son alargadas y no se sabe hasta dónde llegan, tiene enchufados por todas partes y si la poli quiere cargarle el muerto de algo, sus numerosos agentes difuminados por todas partes le desharán el entuerto y él quedará limpio como el culito de un bebé.
George Brent y Bette Davis son los héroes de la historia. El uno como agente federal, camuflado como reportero, finge ante Cortez ser un periodista sobornable, así se gana su confianza por lo que le permite husmear algo más de la cuenta.
Davis será la contable de Cortez y novia de Brent. Le lleva los números al capo o sea que, aparte de su abogado, es la que más sabe de sus trapicheos en todo el negocio. Cómo se las arreglan en la peli para hacerla parecer inocente después de haber estado trabajando para él un montón de años es algo que no se comprende muy bien. Pero aquí es la buena y la que ayudará a Brent o sea que no hay más que hablar.

Unas cuantas buenas escenas, tanto de los expeditivos métodos de trabajo en equipo que aplicaba el próspero empresario, como de las igualmente esforzadas labores de los agentes que buscan infructuosamente pillarle in fraganti, unidas a esa pequeña historia de amor entre los protagonistas, dan como resultado una cinta entretenida, distraída que se ve del tirón y te hace pasar un buen rato. Resulta en conjunto una buena oferta que no deberíamos rechazar.