Hace no mucho tuve la oportunidad de, por fin, poder ver Perros de paja, de Sam Peckinpah. Me pareció una película ciertamente perturbadora, que reflexionaba con visceralidad sobre la violencia y sus detonantes. No era una película perfecta, pero sí bastante interesante. Ahora nos llega un remake, que es un film bastante digno, que adapta con acierto la trama original, aunque con evidentes tropiezos.
En este remake se sigue la línea general de la película de Peckinpah, aunque con algunos cambios para adaptar el material. Se ha cambiado Inglaterra por la América profunda. El protagonista ahora es guionista (en la original era matemático). La actitud ambigua de la mujer del protagonista se ha suavizado, aunque algo queda. Y sobre todo, el tramo final; en la original, la violencia estaba muy medida, no era gratuita, sino que parecía consustancial a los personajes, era el camino casi inevitable que tienen que adoptar los protagonistas; en este remake, y en concreto en ese tramo final, la violencia está tratada desde una óptica más superficial, más sensacionalista, y por tanto la película puede desembocar en cierta exageración de sus planteamientos, con las consiguientes consecuencias negativas en su credibilidad.
Sin embargo, me sorprende de este remake la solidez de su puesta en escena, la atmósfera malsana (aunque no llegue a los niveles de Peckinpah) y su buen ritmo, algo que fallaba en ciertos tramos de la original. Puede que este remake sea innecesario, pero no por ello es malo, ni mucho menos. Es una película que se deja ver bastante bien y que sigue planteando el tema de la violencia desde un prisma bastante atrevido. Alcanzan estos Perros de paja de 2011 un extraño equilibrio entre lo comercial y lo independiente. Curioso cuanto menos.