Partiendo de la base de que el planteamiento es totalmente inverosímil, hay que reconocer que Battle Royale tiene su gracia. Desde luego, no es una película para tomársela en serio. Hay que sentarse, olvidar todas las películas que han hecho grande al cine y disfrutar con esta batalla campal y todas las burradas que en ella se cometen. Hay que perdonarle muchas cosas a esta película, o simplemente no tenérselas en cuenta (un sentimentalismo más que barato que sólo provoca risa, jóvenes que se convierten en asesinos profesionales en menos de lo que canta un gallo, suicidios al más puro estilo romántico, etc., etc.); sólo así disfrutaremos de Battle Royale. Un aliciente es la presencia de Takeshi Kitano, inquietante y divertido a partes iguales. Una película muy divertida si no vamos más allá de lo que es. Irritante si le buscamos la lógica. Vergüenza ajena si nos atrevemos a tomarla en serio.