Es cierto que lo “barriobajero” está de moda con el peligro que ello conlleva. Que nos acostumbremos a situaciones y conductas que deberían ser excepcionales podría ser el problema principal de dicha moda. Pero no es menos cierto que si el personaje de Carmina fuera una negra madre de familia de cualquier barrio humilde de Nueva York, habría legiones de “gafapasta” alabando la película por ser una radiografía de las clases sociales más bajas y la epopeya de una mujer coraje que aguanta carros y carretas y bla bla bla.

Si Carmina hablara inglés…

En resumen: se puede disfrutar perfectamente de “Carmina o revienta” aunque no quieras que se fomente esa “otra España”.

La película es graciosa a más no poder. Hora y poco de carcajadas con constantes situaciones disparatadas. Un falso documental que pasa del drama a la sonrisa sin que te des cuenta.