Christopher Nolan no está entre mis directores favoritos (aunque Memento me parece una gran película y Dunkerke una obra excelente y su mejor película). Sin embargo, valoro las historias y conceptos interesantes y diferentes que propone, aún dirigiéndose a un gran público, lo que le lleva a incluir muchos (demasiados) diálogos explicativos, como hace especialmente en Origen e Interstellar.

Este último trabajo se trata de un film de acción y espionaje, dirigido con un ritmo trepidante. En este apartado la película es intachable: escenas de acción espectaculares y unos efectos visuales (todo práctico, nada de pantallas verdes) apabullantes, construyendo, junto a la gran fotografía, un espectáculo de una magnitud nunca antes vista en el cine. Las actuaciones también son bastante correctas por parte de todo el elenco. La única pega sería la banda sonora, algo machacona en ciertos momentos.

Sin embargo, es Christopher Nolan, por lo que no va a ser una película de espionaje tradicional; introduce conceptos temporales y juega con ellos, distorsiona el espacio/tiempo a su antojo. Es algo novedoso e innegablemente interesante; sin embargo, como espectadores se nos hace difícil a veces seguir el ritmo de la película, y nos convertimos en sujetos meramente contemplativos ante la incapacidad de procesar la cantidad de información que nos llega, lo que puede hacer que perdamos el interés por la propia historia, y que nos deje un mar de dudas por resolver.

Puede que simplemente sea un conjunto de elementos sin pies ni cabeza, que el propio Nolan se haya hecho la picha un lío y haya hecho una película con una gran complejidad superficial pero que sea simplemente una retaíla de sinsentidos. O puede que sea una película tan compleja que no alcancemos a comprender del todo, o mejor dicho, que no comprendamos nada en absoluto. Quiero pensar que es el segundo caso.

Pero, cuando una película es buena, genera debate. Y esta, le pese a quien le pese, es la película del año.