Jackson continúa sacándole jugo a la fantasía de Tolkien, aunque de a poco ya comienza a sentirse el cansancio, la historia ya no da para más y se nota el estiramiento de la misma. En definitiva podemos concluir que esta nueva trilogía es casi que sólo para fans del mundo fantástico del escritor británico.

En esta oportunidad, la primera parte de lo que será su segunda trilogía, denota una propuesta más infantil de lo que fue el primer trío de películas. El humor que acompaña a "El Hobbit. Un viaje inesperado" es bastante más tontolón y aniñado de lo que fue incluso "La comunidad del anillo" -la menos "seria" de las otras tres-.

El comienzo es bastante extenso, además de conectar con la trilogía anterior, a esta primera parte le cuesta arrancar. Posee el mismo defecto que "La comunidad del anillo", tiene mucha información para dar, muchas cosas que explicar, y muchos personajes nuevos por introducir; esto provoca una larguísima introducción que se torna cansina. Para colmo, como aventura, carece de importantes batallas épicas, apenas hay unas pocas escenas de acción; y tampoco lo contrarresta con diálogos de profunda filosofía, sólo destaca una escena donde se unen McKellen, Blanchett, Lee y Weaving -casualmente los personajes ya conocidos-. Todo esto hace que se termine por notar su extensa duración, y eso que esta vez no vi la versión extendida.

No obstante, el desarrollo de personajes no es muy profundo, falta saber más sobre los enanos, apenas nos dan datos sobre los motivos de estos personajes. También se introducen otros que no se entiende muy bien que pintan en la historia, como el mago Pardo que hace una intervención mínima y poco explicada. Lo peor, es que la vaga introducción de estos personajes, termina por reafirmar la nostalgia por los viejos. Se extrañan mucho los ya conocidos Frodo, Aragorn o Légolas; de hecho esto genera que la mejor escena sea la aparición de Sméagol donde también se hace presente el preciado anillo.

Por otra parte, siempre es importante destacar que la calidad de su cuidada puesta en escena está intacta; aunque no es para menos, a estas alturas nadie espera menos de los realizadores de la trilogía más grandilocuente -técnicamente hablando- de la historia del cine. El otro que sigue a la altura es Shore, que aporta nuevamente sus partituras para crear otra gran banda sonora en la línea de su anterior trabajo, destacando en este caso el agregado de algunas canciones del propio Tolkien que son cantadas por el reparto de la película.

Lo mejor: lamentablemente lo técnico es lo que destaca por el resto de los elementos.
Lo peor: le falta el carisma que le sobraba a la trilogía que la precede.