No vamos a descubrir ahora que Akira Kurosawa es un genio, que tiene una capacidad para emocionar inigualable, una emotividad enorme, y un preciosismo en la sensibilidad muy trabajado. Pero es que a todo esto (por otra parte, típico, incluso antes de Kurosawa, del cine oriental), Akira añade una clase magistral a la hora de bordar el apartado técnico.

La historia de "El Rey Lear" se relata puede que de forma menos acogedora, menos cercana, de la que lo hace Shakespeare en su novela, pero se relata aquí de forma más bella y más clara.
La trama viene a ser la de siempre, un gran rey senil confía en quién no debe (en concreto en varios de sus hijos y en algunos consejeros) y el tiro le sale por la culata. Por otro lado, el hijo que realmente le ama y le respeta, por ser demasiado mordaz con su viejo padre, es repudiado y ha de volver al cubil para sacar a la familia de las guerras internas.

Bonita historia de respeto, amistad, y sobretodo de como la vida puede engañar la realidad a nuestros ojos. Lo cien veces visto, pero desde la mejor órbita, la órbita de Kurosawa.