Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chris Jiménez:
4
Comedia Alejandro Costa es, aparentemente, un hombre serio, honesto y decente. Es por eso que se dedica por entero a la política y se presenta como candidato a la alcaldía de Madrid. Pero el día antes de las elecciones, un malentendido con una casa que presta servicios de masajes a domicilio le provocará muchos quebraderos de cabeza. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
La carrera de un director, como ya nos ha ido demostrando la Historia del cine, se puede truncar por muchas razones y dificultades, pero desde luego al sr. Mariano Ozores le vinieron todas de golpe. Tras vivir la más exitosa etapa de su filmografía gracias a sus muchas colaboraciones con Andrés Pajares y Fernando Esteso, que tantos millones de espectadores llevaron a las salas durante su época de esplendor y tanto dinero le hicieron ganar, la suerte no se puso de su parte; siguió rodando y haciendo películas, como buen artesano incansable que era, pero a kilómetros se encontraban de todo lo que había hecho anteriormente.
A la pérdida de sus musos siguió el desinterés de los productores por seguir invirtiendo en la comedia popular, el incremento de la popularidad del vídeo y sobre todo la venganza de Pilar Miró, que recién nombrada directora general de cine se aprovechó de la situación y prohibió las subvenciones para sus películas (y todo por haber rechazado un guión suyo...). Esta situación llevó al veterano a embarcarse en una serie de obras repetitivas, pobres y cuando menos poco recomendables; tras la marcha de Esteso filma sobre todo con su hermano Antonio, y lo empareja con Ricardo Merino o Juanito Navarro en trabajos que son trasuntos de otros anteriores.

Como "¡Esto es un Atraco!" (de "Todos al Suelo") o "Ya no va Más" (de "Los Bingueros"); filma una interesante propuesta llamada "Capullito de Alhelí" y ese mismo año vuelve a reclutar a Antonio y algunos amigos más para "¡No, hija, No!", producida por Carlos Cascales y cuyo título proviene de la famosa coletilla que el anterior estrenó en "1, 2, 3, ¡Responda otra Vez!", del cual es colaborador asiduo. Ahora éste se convierte en Alejandro Costa, un hombre muy decente que se encuentra en plena campaña electoral para lograr la alcaldía; de hecho le película empezará con una serie de discursos suyos todos pronunciados con la clásica forma ininteligible de hablar que tan famoso le ha hecho al actor en cine y teatro.
Lo primero que hace Ozores es lanzar de nuevo una sátira bastante ácida contra la política, cosa que abordaría a la perfección en "¡Que Vienen los Socialistas!", y además con una mirada bastante irrisoria y conveniente para la época, pues el torpe protagonista es de centro-derecha (al que le llamarán "facha" sin más). Claro está, cuando el partido ya no existe en una España en la que precisamente ese mismo año vuelve a ganar por goleada, y también por desgracia, el gobierno socialista de Felipe González; pero el director no desea basar la trama únicamente en la crítica política, lo que en realidad desea es brindarnos un vodevil al estilo de su cine clásico y con un obvio y premeditado tono teatral concentrando casi toda la acción en el interior de la vivienda del futuro alcalde, donde no dejarán de sucederse una serie de hechos inesperados e increíbles tras la marcha de su familia, poniendo en peligro su carrera y su propia vida.

Y así irá desarrollándose la noche. La llegada a la casa de una joven prostituta que el protagonista creía masajista comienza la confusión y el desastre, pues al poco de ser presentada le da un desmayo y Alejandro y su ayudante Julio la toman por muerta, revelando el realizador un marcado tono de humor negro que no practicaba desde hacía tiempo y que recuerda a anteriores obras como "Los Pecados de una Chica casi Decente", "Operación "Secretaria" " o "Las Dos y media...y Veneno", sobre todo cuando veamos a los dos políticos intentando deshacerse del cadáver, el cual cambia misteriosamente de sitio como si de un secador de pelo se tratase.
A este grave problema se añade la visita de muchos divertidos personajes más: una joven enamorada de Alejandro que le ofrece un soborno de varios millones, dos chapuceros ladrones que se cuelan en la casa y que le amargarán un poco más la noche y dos miembros de la oposición que pretenden formar colación con el que será futuro alcalde, eso sí, sin perder la oportunidad de aprovecharse del cargo y llevarse unos cuantos billetes al bolsillo (el director no dejar de criticar la sinvergonzonería y cinismo de los políticos, sean del partido que sean).

Elementos todos propios del enredo que acabarán confluyendo en uno de esos clímax disparatados que tanto le gustan a Ozores, manteniendo siempre la teatralidad del escenario, del que saldrá un par de ocasiones y poco más, aunque con el defecto de presentar unos "gags" que se alargan y alargan y un ritmo que se vuelve algo tedioso, quizás por la poca gracia que poseen los secundarios (a quienes dan vida grandes habituales del cineasta como esa madura Gracita Morales que vuelve a sus brazos después de tantos años, Florinda Chico o Juanito Navarro) o porque el binomio Antonio Ozores/Ricardo Merino no acaba de funcionar del todo.
Aun así no pretende sino hacernos pasar un rato simpático, por muy repetido y visto que esté ya el chiste, a base de equívocos, líos de cama, agradables señoritas, escarceos políticos, millones que cambian de manos, puertas que se abren y cierran, engaños y humor desenfadado. Podría decirse que "¡No, hija, No!" es de las películas más potables de su etapa de declive comercial. Lo mediocre de la pareja Ozores/Merino volvería a ponerse de manifiesto en la siguiente "Hacienda somos casi Todos".
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow