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Voto de Chris Jiménez:
9
Terror. Thriller Polanski interpreta al agradable Trelkovsky, que vive en un apartamento de París que tiene un sombrío pasado... la anterior inquilina, una mujer joven, se tiró por el balcón. Sus pertenencias siguen allí... cosas que alimentan la obsesión de Trelkovsky por la mujer. ¿O tal vez le están llevando a la locura? (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota en la habitación un frío seco. Estas paredes rezuman la viscosidad de una extraña quimera, brotando de algún abismo interior.
Ahí están los fantasmas; observan, desde el rincón donde el estómago de mi realidad se abre y deja al descubierto unas vísceras removidas por las manos que salen del suelo, las de los espectros, que llaman a mi puerta...

Y esos fantasmas, ¿qué aspecto tienen? "Rostros secos y afilados como los de los hombres amargados, y con grandes ojos desorbitados, como los sapos; caras anchas y gordas como bebés monstruosos, narices de peces y cuellos de toro". Parece que llaman a la puerta, ¡son ellos! A lo largo de más de 120 páginas (depende de la edición) uno realmente puede ser absorbido a un mundo de registros inéditos que jamás pensó pudiera pisar, las que recopilan las experiencias a lo largo de él vividas por su desgraciado protagonista, en quien nos transmutamos, en esa extraña pieza de culto literaria llamada "Le Locataire Chimérique".
Publicada en 1.964 por el muy polifacético artista Roland Topor, se trata de la metamorfosis mental por medio de una terrible alienación. Era de esperar que Roman Polanski sintiera curiosidad por algo así, tanto más cuanto que comparte nacionalidad con el autor, y las mismas traumáticas vivencias durante la guerra como refugiado polaco; la simbiosis entre ellos y su obra se planteaba profundamente especial. O tal vez sólo fue el ver su enorme proyecto "Piratas" de nuevo pospuesto y sin avanzar en absoluto, que decidió aferrarse a lo que pudo en ese momento...

Se exilia, sin saber que poco le falta para volver a hacerlo indefinidamente, de EE.UU. a París, donde hace mucho tiempo que no filma. Pero París, los Campos Elíseos y la Torre Eiffel es lo último que vamos a ver; desde el principio su cámara se mete en el patio interior de unos apartamentos suburbiales, y decide regalarnos un tour guiado por cada una de las estancias, siempre desde fuera, intentado observar pero sin descubrir lo que hay realmente dentro de ellas. La mirada se antoja "hitchcockiana", como si Jefferies hubiese salido con su silla de ruedas a dar una vuelta por el patio de su bloque en "La Ventana Indiscreta".
Sin embargo, la mirada de Polanski no sólo quiere otear la cotidiana realidad, sino traspasar lo invisible más allá de las ventanas. Pero lo que hay dentro no es algo agradable de ver. Él entra, aun así. El protagonista, Trelkovsky, tan polaco como el director, está encarnado para más inri por él mismo, y no se podría haber concebido de un modo mejor. Él, con su físico menudo, baja altura, cara de pánfilo y aspecto, en resumen, inofensivo hasta las últimas consecuencias, ya enfrenta una prueba de fuego ante esa portera áspera (Shelley Winters, ¿en el personaje más asqueroso de su vida?) que incluso se mofa con la mayor crueldad del intento de suicidio de la anterior inquilina del piso que desea adquirir.

Podríamos relegar el suceso como un mal trago aislado, al fin y al cabo se trata de la portera...pero nada más lejos. En un abrir y cerrar de ojos el recién llegado se persona ante el guardián del edificio, el sr. Zy, con el físico del Melvyn Douglas más parco que uno pueda imaginar; las miradas de desprecio, las respuestas gélidas y la expresión de indignación tras escuchar el nombre del inquilino. No es un lugar en el que adentrarse, pero él se arriesga. De este modo el director vuelve a empujarnos a la atmósfera claustrofóbica de los edificios de "Repulsión" y "La Semilla del Diablo".
Trelkovsky se postula como una apocada y obtusa mezcla de aquellas Carol y Rosemary; si bien más emparentado con la segunda al ser un recién llegado a un entorno hostil, de la primera toma su traumático mundo interior, que se lleva a cuestas allá donde vaya. Así podemos ver el agobiante clima que rodea a este hombre desde diferentes partes de su cotidianidad, donde todo es desafección y frialdad: en el trabajo, por unos compañeros demasiado irrespetuosos; en una cafetería a la que se habitúa, por sus avasalladores dueños; incluso la presencia de las mujeres, mucho más fuertes y desinhibidas que la suya, representa una amenaza para él.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Los cabos argumentales que se quedan sueltos no importan nada en absoluto. La trama desea detenerse empleando uno de los más agrios y desoladores anti-clímax de la Historia del cine.
Ni venganza, ni alivio, esta experiencia sólo ha conducido al dolor y a la pérdida. Es comprensible que la película no gustase a nadie en el momento de su estreno; hoy, incluso en la filmografía de este alienígena, queda como un enigma indescifrable y extraño...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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