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Voto de Chris Jiménez:
4
Terror Treinta y cinco años atrás, un profesor de universidad mata a once personas en un hotel y lo graba en vídeo. En la actualidad, un director de cine decide filmar una película sobre lo acontecido y para ello contrata a la reconocida actriz Sugiura Nagisa. Las pesadillas sobre lo ocurrido en el pasado serán sólo el inicio de una serie de inquietantes acontecimientos. (FILMAFFINITY)
27 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estreno de "The Ring" en 1.998 supuso no sólo la regeneración de un género que había ido cayendo en picado durante la década, sino quizás una de las mayores fuentes de ingresos para el productor Takashige Ichise, que viendo las buenas respuestas obtenidas por el film de Hideo Nakata se dedicaría prácticamente al cine de terror.

A mediados del 2.000, y para seguir capitalizando el éxito de "The Ring", Ichise crearía el proyecto J-Horror Theater. La idea era reunir a seis directores especialistas del género y que cada uno realizara una pequeña película aunque sin ninguna conexión en particular; los colaboradores más destacados serían nada menos que Kiyoshi Kurosawa y el mismo Nakata, cuyas obras ("Sakebi" y "Kaidan") no serían, por desgracia, incluidas en la antología. Tras haber participado en un proyecto similar al año anterior ("Dark Tales of Japan") y antes de regresar a EE.UU. para realizar la secuela del infame "remake" de "Ju-on", Takashi Shimizu volvería a repetir la experiencia.
Su historia sería la tercera del "teatro del horror" de Ichise y tendría por nombre "Rinne", que desarrolla sus hechos en un bonito hotel situado a las afueras de Tokyo donde treinta años antes el profesor Norihasa Omori, obsesionado por sus estudios sobre la vida tras la muerte, asesinó en un arranque de locura a sus hijos y varios huéspedes y trabajadores; la escalofriante leyenda sirve de base a Ikuo Matsumura para realizar un film sobre lo acontecido...pero el perturbar las almas de los muertos, condenados a vagar sin descanso en las sombras, tendrá sus graves consecuencias.

Hay directores que deciden mantener una línea de trabajo a lo largo de su carrera, encasillándose así en un estilo de cine, y Shimizu es un claro ejemplo, quien se ha mantenido sujeto (cual Tobe Hooper) al género de terror que le dio el éxito, y claro está no modifica sus directrices en "Rinne", donde vuelve recurriendo a varios temas y elementos ya usados en sus anteriores obras. El comienzo de la película, que se toma su tiempo en avanzar, y su fantasmagoría e intrigas sobre la matanza del hotel, hacen hincapié, al igual que "Ju-on", en una tragedia familiar como desencadenante de la maldición, mientras "El Resplandor" sirve de inspiración directa para el escenario y la reencarnación y el metacine como motivos esenciales del argumento.
Esto último ya sería usado por Shimizu en la segunda entrega de las peripecias de Kayako, a lo que se suma la introducción de Yayoi, especie de combinación de la Chiharu de aquella y la Kristen de "Pesadilla en Elm Street III", quien tiene el poder de "viajar" a través de sus sueños desde el mundo de los vivos al de los muertos, cuya conexión adquiere una importancia tanto mayor cuanto que se insiste constantemente en la responsabilidad que el nuevo cuerpo debe asumir para que el espíritu "heredado" de su vida anterior lleve a cabo su misión (en este caso una venganza) y poder descansar en paz.

Transmisión de las sensaciones experimentadas por el ser original derivado en una mística relación que rompe las barreras del tiempo y el espacio, la vida y la muerte (aspectos que Kurosawa ya investigaría en su "Kairo"). La estructura narrativa, lineal, lenta y llena de elementos sobre los cuales pivota el misterio, pero fáciles de descubrir (que la anciana es una de las supervivientes, que Yayoi es la reencarnación de Chisato), vuelve a recordar a "Ju-on", pues se nos presentarán varios personajes que, de algún modo u otro, tendrán su importante papel en la historia; todo esto hace de "Rinne", hasta cierto punto, un mediocre refrito de los anteriores títulos, que a menudo incluso parece caer en la autoparodia.
Pese a esto Shimizu demuestra su dominio para modelar las atmósferas, facturando algunas buenas secuencias en las que se hacen efectivas sus intenciones de asustar al espectador...aunque éste deberá esperar demasiado para lo mejor, sin duda ese tramo final donde el director, sumergiéndonos en una pesadilla onírica en la que ya es imposible discernir entre realidad y surrealidad, juega con los códigos hasta ahora presentados y los tergiversa para desatar la confusión (dándose un giro de lo más inesperado) mientras se van resolviendo en paralelo las situaciones de los cuatro protagonistas (Yayoi, Ikuo, Nagisa y Murakawa).

El horror y la violencia se combinan en un espectáculo angustiante al tiempo que la cámara, la pelota roja y la muñeca adquieren una nueva dimensión como elementos de amenaza y premonición; ésta última, de hecho, pasará a ocupar los momentos más aterradores (y es que, seguramente, no exista en el cine de terror otro muñeco más grotesco e inquietante). En el aspecto técnico destacan la fotografía de Takahide Shibanushi y la puesta en escena, por momentos atrapante y tenebrosa.
Pero el elenco aparece desequilibrado al estar compuesto de buenos actores como Tetta Sugimoto, Kippei Shiina, Atsushi Haruta o Miki Sanjo, y de otros demasiado pánfilos y empalagosos, sobre todo Karina Nose, la modelo reciclada en actriz Hiroko Okabe (de nombre profesional Yuka) o Marika Matsumoto, a la que parece que le falta un hervor; en una breve aparición interpretando a una de las empleadas del hotel podremos ver a la mismísima Takako Fuji...que sin el maquillaje con el que siempre ha encarnado a Kayako resulta imposible de reconocer.

Regular y típica muestra de "j-horror" moderno con todos los tics y elementos del género que, a pesar de poseer una última parte poderosa y absorbente, ésta llega tarde y con algunas supuestas "sorpresas" que, involuntariamente, ya habían sido desveladas mucho antes, por lo que el efecto deseado pierde su impacto.
No así, "Rinne" acabó siendo una de las más conocidas y exitosas entregas del proyecto de Ichise (¿cómo serían entonces las otras?), poniéndose por encima de "Kansen" o "Yogen", firmadas, respectivamente, por Masayuki Ochiai y Norio Tsuruta.
Chris Jiménez
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