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Voto de Chris Jiménez:
8
Acción. Intriga. Thriller Un policía de Los Angeles recibe su primer destino en una comisaría que está siendo trasladada a un nuevo edificio. Nada parece que vaya a turbiar la paz del lugar, hasta la llegada de un furgón que custodia a un famoso criminal, que ha de pasar la noche en la comisaría... Un aclamado thriller de acción de serie B que está inspirado en el famoso western "Río Bravo". (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
...donde todos de sus moradores se encontraba solo, desesperadamente solo ante el peligro. Nadie podía escapar pues el recinto estaba rodeado de bestias humanas sedientas de sangre. La causa era una guerra y aquello se convirtió en el mismísimo Infierno. Sólo existió una regla: matar o morir...

Mitad de los '70. El cine americano vive una etapa de transición importante. Hollywood va abandonando los patrones clásicos que imperan en los grandes estudios y a sus órdenes se erige toda una "nouvelle vague" salida del declinar del código Hays y del éxito de la contracultura, lo que comienza con el advenimiento de la "generación de la televisión" y esa nueva estirpe de rebeldes realizadores cuya mirada se inclina hacia el cine de autor europeo y a lograr el control creativo contra las exigencias de las importantes productoras. En ese preciso momento de la Historia un joven llamado John Carpenter comienza sus andanzas.
Tras un experimento tan inclasificable y barato como "Dark Star", al pobre cineasta novel no le resultaría fácil encontrar la financiación suficiente para poner en práctica algo con lo que siempre había soñado: realizar un "western". Por suerte los simpáticos Joseph Kaufman y J.S. Kaplan aportarían hasta 100.000 dólares (tampoco gran cosa...) para poner en marcha el proyecto, el cual, debido a su falta de capital y recursos, obligaría a Carpenter a modificar su guión y trasladar el escenario a la época actual; sin embargo las influencias seguirían ahí para él.

Hay que admirar a este digno sucesor de Corman cuyas producciones han estado marcadas por la precariedad económica y que no así ha logrado abrirse camino en la industria a expensas de su imaginación y su innata condición de artesano. Una oficina policial del centro de la ciudad que está a punto de cerrar es el escenario fundamental de esta historia, sin embargo iniciada en las calles de lo que parecer ser un Los Ángeles pre-apocalíptico asolado por la delincuencia y la muerte, por bandas armadas que ignoran la piedad y la vida y desafían todo tipo de ley y autoridad.
Carpenter prepara con gran dominio del suspense y un gusto especial por la ironía del destino el escenario perfecto para una matanza inevitable que espera paciente a desarrollarse al caer la noche: un policía acaba de empezar a trabajar en la zona, un autobús transporta a tres presos y un padre circula por la ciudad con su hija (que protagoniza una de las escenas más inolvidables del film) son los protagonistas de tres pequeños argumentos paralelos que pronto confluirán en la comisaría Anderson del Distrito 13 por las perversidades de un hado adverso encarnado en esa banda de psicópatas armados que va sembrando el caos por las calles.

Efectivamente, y como era de esperar, la mala suerte está del lado de estos personajes, a quienes no les queda otro remedio que resistir el ataque de los delincuentes. El espectáculo es frenético y salvaje; las tinieblas de la noche lo envuelven todo y la comisaría se convierte en un fuerte militar improvisado, un Alamo moderno por cuyas ventanas intentarán penetrar unos criminales descerebrados y dispuestos a morir; la prioridad para quienes están dentro es resistir. El lugar es un pequeño Infierno donde no hay diferencias ni excepciones: por obra y gracia del guión el policía, los presos y las mujeres lucharán codo con codo contra un enemigo impersonal y letal.
La condición del ser humano se reduce a sus más primarios instintos; es la esencia de la película y a lo que nos invita a asistir Carpenter, atrapándonos en el interior de una atmósfera sofocante y perturbadora cuyo maestro de ceremonias es la violencia, motor de la sencilla trama y culpable de las interacciones entre los personajes, una violencia invasiva, implacable y brutal de la que éstos han de servirse para sobrevivir. Los chorros de sangre, la suciedad y las balas decoran el lugar mientras se amontonan los cadáveres; el director no condena a unos ni a otros, simplemente se detiene a observar el avance de la inhumanidad, de la que es imposible escapar.

De por medio, un sentido del humor tan ácido que aterra, un humor que no se digna a ser reconocido como tal, y que se halla implícito y soterrado en el epicentro del horror, la inmundicia y la degradación. Pese a la desilusión por la falta de presupuesto, Carpenter realiza un "western" puro y duro, en esencia y forma (pagando sus deudas con "Río Bravo", clásico que adora), el cual hibrida ingeniosamente con un suspense de aroma "hitchcockiano", su gusto por el terror de serie "B" (descubriéndose las influencias de "La Noche de los Muertos Vivientes") y la tosquedad y dureza del cine de Sam Peckinpah (tomando sus "Perros de Paja" de precedente), Samuel Fuller y Don Siegel. Sin duda la obra de un conocedor y amante del 7.º Arte.
Como una versión comedida de Shaft y unos ademanes a lo Clint Eastwood, tenemos al magnífico Austin Stoker junto a Darwin Joston, especie de descarado Errol Flynn con modales de John Wayne y el encanto de Cary Grant, ambos formando una atípica pareja secundados por la guapísima y enigmática Laurie Zimmer (para que luego digan que las mujeres de entonces sólo servían de mera decoración), el genial Tony Burton y (la pazguata) Nancy Loomis y Charles Cyphers, recurrentes en posteriores obras del cineasta.

Controvertida y destrozada en el momento de su estreno, la carrera fílmica de este irreverente, feroz, sombrío y muy influyente "thriller" de acción e intriga fue una explosión de combustión lenta, pero con el paso del tiempo daría sus frutos a Carpenter logrando el reconocimiento mundial y el aplauso del público. Bishop y Wilson caminan juntos al son de los alegres tonos de un tema "funky" tras un espectacular enfrentamiento que no es sino un absoluto anti-clímax en la película...
Uno de los colofones más inolvidables en los anales del "exploitation". ¿Quién puede querer recordar el tergiversador e infumable "remake" de Jean-François Richet?
Chris Jiménez
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