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Voto de Chris Jiménez:
7
Western Los pistoleros que mataron a cinco personas indefensas cometieron un gran error: tenían que haber matado a seis. Bill Meceita (John Phillip Law) vive para un propósito, vengar la masacre de su familia por los cuatro bandidos que ocupan puestos de autoridad en el nuevo oeste “civilizado”. Ahora, quince años después, se entera que uno de la banda, Ryan (Lee Van Cleef) va a ser liberado de prisión y que está buscando a los hombres que lo ... [+]
3 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de que el chico haya terminado de hablar con el, para él, hombre misterioso, éste monta de nuevo en su caballo y parece encaminarse hacia una nada distante e infinita.
El significativo encuadre sostiene en primer plano las dos cruces de las tumbas de manera que el hombre, mientras se aleja, queda en medio de ellas...

Si este hubiese sido el final de la película que nos ocupa desde luego no se podría haber concebido mejor, ni haber plasmado con tanto acierto el título en inglés que se le dio para su distribución en EE.UU. ("Death Rides a Horse"). No es el caso, de todas formas, de la original "Da Uomo a Uomo", que brota de un panorama donde las semillas que ha terminado de plantar Sergio Leone han germinado y se han extendido como quizás jamás pensaba que podría hacerlo; la Trilogía del Dólar ha concluido pero no el "spaghetti western", que año tras año sigue acumulando veintenas de títulos...
Y si bien la mayoría no merecen ni nombrarse éste sí, al menos como curiosidad histórica. A Giulio Petroni, un señor que venía curtiéndose sobre todo como director de comedias pero con una mirada ingeniosa e interesante, Alfonso Sansone y Henryk Chroscicki le proponen la idea de acercarse a un género donde él cree que podría probar sus habilidades a otro nivel; de este modo se unirá a los alumnos aventajados de Leone, ya que las conexiones con él no pueden ser más fuertes: para la gestación cuenta con la ayuda de su colaborador Luciano Vincenzoni y en el proceso acaban enrolándose su músico Morricone y la mitad del elenco de sus películas.

Pero Petroni demuestra que es capaz de crear momentos de gran fuerza y a partir de ahí hacer uso de su talento sin por ello verse a la sombra de otros; en un entorno de lluvia torrencial donde la furia y la violencia vienen con el sonido de los truenos a lo largo de un prólogo que es lo que impulsará la historia, sangriento, de muerte y maltrato realmente áspero cuyas secuencias nos vapulean sin piedad. Se instala el motivo más viejo del género y el cine: la venganza, y el tipo que va a desatarla es el pobre niño que ha visto morir a su familia a manos de unos demonios vestidos de bandidos.
Un punto de partida y un concepto, el de la búsqueda y el asesinato, nada originales que, debido a la intervención de Lee Van Cleef (aún afectado por sus problemas con el alcohol) viene a cruzarse, y de manera descarada, con la trama de "La Muerte tenía un Precio"; sin embargo la maniobra del guión opta por una inversión de roles, y traspasa a John P. Law (quien aquí saca a relucir su faceta menos carismática y más tediosa) lo que movía al anterior en la obra de Leone. Pero en su papel del ex-convicto Ryan, si bien es verdad que va buscando una compensación económica, también es la venganza su motivación, no es el dinero.

Y su lazo con Bill se averigua más profundo y dramático que la sociedad creada por mera cuestión monetaria con el cazarrecompensas de Eastwood, si bien la relación entre esas dos parejas, casi de padre e hijo, es exactamente la misma; en ella es donde de mejor manera luce el ingenio y la soltura de Vincenzoni para los diálogos, plenos de acidez y una deliciosa socarronería que da pie a impagables conversaciones y duelos discursivos. Este humor hace acto de presencia en instantes donde pareciera que el director, de algún modo, se burla maliciosamente, incluso parodia, el toque negro tan característico del cine de Leone.
Si es verdad esto quedémonos para toda la vida con el duelo en el saloon auspiciado por el dramatismo que le da el pianista a las teclas de su instrumento; más que de Leone es el absurdo del "spaghetti" en un intento de llegar a la cúspide de su ingenio. Pero en líneas generales el film tiene poco de comedia por la forma en que Petroni imagina y modela el Oeste, también heredado de la visión desmitificadora de Peckinpah y su compatriota, y aunque él fue siempre un seguidor de los clásicos norteamericanos aquí no hay cabida para las epopeyas heroicas ni los grandiosos romances.

Héroes no hay porque han sido enterrados y devorados por el calor y las hormigas y ahora sólo quedan sus calaveras cubiertas por la arena. Este es el Oeste de la barbarie, el cinismo y la fechoría, apesta a mugre y carne podrida, los hombres que luchaban por la unificación y el progreso de la nación en el cine de Ford se convierten en sucios y brutales asesinos; esto ejemplificado en un soberbio Luigi Pistilli cuyo villano es el resorte clave para que ambos protagonistas, siempre actuando separados, se acaben uniendo de cuando en cuando hasta llegar a esa última parte en el poblado mexicano que destila todo el clasicismo del "western" de primer orden.
Quizás Hawks viene a la mente, también Sturges, pues si Leone optaba por el misterio y la ultraviolencia Petroni se decanta por el espectáculo y la acción, lo cual nos brinda con una fuerza visual y un sentido del movimiento notables (y es que este señor consigue alejarse de las torpezas técnicas de Carnimeo, Vari o Parolini gracias a que más allá del respeto por los "zooms" su manejo de cámara es preciso y no necesita de piruetas para hacerse notar, su pulso narrativo nos absorbe en los vaivenes del estereotipado argumento y tanto domina la intriga en interiores como el ritmo más frenético en exteriores, sin olvidar algunos planos subjetivos geniales que nos hacen sentir toda la ansiedad y el sufrimiento de los personajes).

En resumidas cuentas hace algo que muchos de sus coetáneos no: capturar lo mejor de la esencia pura y clásica del cine del Oeste y combinarla con su más moderno espíritu revisionario y la rebeldía impuesta por Leone.
Previsible o no y aunque la presencia de Law incordie más que otra cosa, aquí hallamos a un director de mucho talento e ideas muy claras acerca de su visión del Far West y los individuos que lo pueblan, del que hizo gala en otros títulos, pero ya sin igual maestría. Por otra parte podemos gozar de una de las piezas más memorables de Morricone.
Chris Jiménez
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