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Voto de Chris Jiménez:
2
Fantástico. Aventuras. Terror. Acción Dos poderosos guerreros luchan contra una diabólica bruja que pretende conquistar el mundo conocido. Terroríficas criaturas y muertos que vuelven a la vida se interpondran en su camino en una tierra mágica y tenebrosa repleta de peligros y poblada por extraños y mitológicos seres. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2017
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Allá, muy lejos, más allá de las montañas por donde se pone el Sol, habita una criatura diabólica que tiene dominado todo el reino, un reino de tinieblas, raras apariciones, y nos vamos a tener que meter de cabeza sin posibilidad de volver atrás.
El culpable no es otro que Lucio Fulci, señores...

Es que era la época de pasear por los reinos misteriosos de la "espada y brujería", allanado el camino con "El Dragón del Lago de Fuego", la enorme "Excalibur" o la influyente "Conan, el Bárbaro", ya se mantuvo como el subgénero de la fantasía oscura que iba a definir los '80, casi siempre desde el rincón de la serie "B". Y los italianos, a la cabeza de lo que se refiere a explotar un lucrativo filón, no pudieron mantenerse al margen; pero entre los esfuerzos, algunos más simpáticos que otros, de Antonio Margheriti, Joe D'Amato o Tonino Ricci, el de Fulci queda en tierra de nadie, perdido, relegado, y sin temor a equivocarme yo diría que para bien.
Su acercamiento cada vez mayor al terror y la fantasía va en directa proporción a la pérdida de calidad de su cine y la gravedad de su estado de salud. "Manhattan Baby" es la piedra de toque del descenso a su mediocridad, lastrada por los conflictos con Fabrizio de Angelis, quien invierte poco, le engaña y se separan; entonces Giovanni di Clemente se presenta con otra producción más abultada...o eso pensaba él. Será la primera y única vez que el director se arrime a este género, y con razón; basta ver las primeras, algo ensoñadoras, algo cutres, secuencias iniciales de "Conquest", donde una corte noble despide a su hijo pródigo, Ilias.

Pero lo despiden no sabemos muy bien adónde. Él marcha, al horizonte, sin razón aparente, y con un arco mágico en la mano; comienza el viaje estrafalariamente anodino que han creado unos guionistas hasta las cejas de ácido (entre ellos el rey del "quinqui", José Antonio de la Loma). Y si su estado de enajenación drogadicta no era suficiente, Fulci lo remata poniendo a esa versión de garrafón del Perseo de "Furia de Titanes" que Andrea Occhipinti encarna con cierto retraso mental frente a peligros que ni en sus peores pesadillas hubiese imaginado.
Desde primos bestias de Chewbacca a mutantes de cavernas, pasando por criaturas de pantanos y trogloditas o neanderthales cuya apariencia recuerda a la de sus homólogos de "En Busca del Fuego", esta tierra es un cajón de sastre de seres indescriptibles preñada de una atmósfera onírica debido a la curiosa fotografía neblinosa de Alejandro Ulloa, que lejos de resultar sugerente y elegante nos impide ver qué demonios está pasando. Y el poderoso villano es (agárrense) una especie de ser diabólico enmascarado con forma de mujer llamado Ocron, exhibiendo Sabrina Siani su no tan atractivo cuerpo todo el tiempo hasta el punto de ver su salud muy perjudicada durante la producción.

Producción compartida entre Cerdeña y México que dejó a Fulci decepcionado. Así quedamos nosotros al ver que el protagonista, pese a su "épica" introducción, no es un héroe ni por casualidad; en cuanto le atacan un puñado de secuaces de Ocron y se le acaban las flechas consiguen reducirle. El auténtico héroe es el supuesto secundario, Jorge Rivero en la piel de un fortachón (Mace) más al estilo de Conan, que conduce al anterior aquí y allá contra múltiples enemigos; y sobre estos viajes se construye la trama, aunque cuesta aplicar tal término, pues aquí no hay trama, y si se atisbaran insinuaciones de su existencia es un absoluto sinsentido.
A caballo entre la brujería, la fantasía mitológica y la ciencia-ficción absurda, la villana, en el interior de su cueva de cartón-piedra, se autogestiona sobre su muerte en sesiones místico-erótico-patéticas con serpientes y tiene a su cargo a bestias de otro plano de realidad mientras el anti-héroe, en el sentido más literal del término, Ilias, es víctima de todos y cada uno de los peligros que se encuentra. Tres guionistas, nada menos, empeñados en cargarse la dinámica convencional en la que se apoya la fábula de aventuras desde tiempos inmemoriales: hacer del protagonista el elemento más innecesario de la historia.

Tan, tan innecesario, que, en un gesto increíble y cuando por fin el pobre Occhipinti, quien nunca entendió muy bien los fundamentos de su personaje, parecía que iba a asumir algo de importancia, el guión se lo quita de enmedio de la manera más terroríficamente mediocre, y el fuerte Mace asume por fin el cargo de protagonista, si bien siempre lo era. No hay palabras para describir el despropósito narrativo y visual de "Conquest"; no tanto visual, ya que sus esotéricas imágenes dejan un poso de rara fascinación, por cutres que se vean, pero sí narrativo ante la ausencia de un argumento, una razón, un mero incentivo para mover la acción. No hay hazaña épica.
Nada.
Los "impasses" para desplegar bizarras situaciones independientes y los alardes de ultraviolencia "marca de la casa" con visiones corporales purulentas y desmembramientos artesanales, sólo llevan a un anti-clímax de esos que deseas que nunca hubiesen sucedido. Fulci, feliz de mostrar su demencia en el set apareciendo medio afeitado o exhibiendo un comportamiento repulsivo frente a sus actores (pese a que con Rivero se llevaba bastante bien), rompió su sociedad con Di Clemente finalizando en un juicio que ganó sin problemas. Una recaudación pésima dio pie a ennegrecer aún más su camino.

Por suerte, la siguiente "The New Gladiators", su aportación a la ciencia-ficción futurista, también muy explotada por sus compatriotas en la década, resultaría más agradable en comparación, pero no menos conflictiva.
¿Aparte de los agradables teclados de Simonetti, alguien podría defender otra cosa de este subproducto? El recordar la escena en que Mace cae del barranco y los delfines se aproximan a rescatarlo sacará de su error a quien sea.
Chris Jiménez
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