Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chris Jiménez:
8
Cine negro. Intriga Dos asesinos reciben el encargo de acabar con la vida de un antiguo piloto de carreras. Ejecutado el trabajo, uno de ellos, intrigado, decide averiguar por qué la víctima ni siquiera intentó defenderse o huir. La investigación lo lleva hasta uno de los jefes del crimen organizado. Ésta es la segunda adaptación del relato corto "The Killers" de Ernest Hemingway. La primera ("Forajidos", 1946), indiscutible obra maestra del cine negro, ... [+]
23 de marzo de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Esperó pacientemente. Sabía que en algún momento llegarían para matarle, pero de su frente no emanó una gota de sudor, no hubo un temblor ni una lágrima, pareciera que la muerte iba a significar un alivio en su tortuosa existencia.
Las suposiciones son muy diversas. Y aquí tenemos una de ellas...

Hay que poseer una increíble habilidad para, a lo largo de unas pocas páginas, controlar el ritmo cardíaco del lector de tal manera que pierda su voluntad merced a una situación increíble de tensión. Publicada en 1.927, "The Killers" ejemplifica la época de mafiosos corriendo por las calles, prohibición de alcohol y terribles forajidos en que fue creada, y la maestría del sr. Ernest Hemingway recae en dejar ausente esa información y centrarse en un suceso muy simple subrayando el carácter y las emociones de unos personajes acorralados ante una más que posible muerte, encarnada por dos asesinos a sueldo con un propósito: liquidar a un boxeador.
Nunca la incertidumbre resultó tan simple y a la vez tan eficaz, y una vez más es fuente de adaptación, ahora en un curioso proyecto de NBC para estrenar una serie de películas en televisión, encargo que se entregó a Don Siegel, el tipo perfecto debido a su conocimiento del medio y a su famoso sistema de trabajo, distinguido por la precisión en la planificación y rapidez en el rodaje. La clave está en cómo éste y el veterano Eugene Coon desarrollarían un largometraje a partir de un relato dado a tan pocas explicaciones, pero si Richard Brooks y John Huston lo pudieron hacer, su esfuerzo no es menos ingenioso.

Lo que se propone es un distanciamiento absoluto con el clásico de Siodmak, desde una escena inicial extraordinaria en su innovadora concepción, de los instantes más memorables de la carrera del director, de nuevo presentando lo ausente en el relato: a los asesinos cazando al protagonista, rebautizado como John (John Cassavetes cuando ya era el cineasta norteamericano más excitante del momento), y en un centro de ayuda a ciegos. Siegel es agresivo, áspero, en su línea, pero también moderno en sus encuadres, en su atmósfera extraña y vaticinadora (la ceguera se extenderá metafóricamente a todos los personajes...).
Con los rostros de Lee Marvin y la joven estrella televisiva William Gulager, estos brutos sicarios son más creíbles y cercanos a los de Hemingway que los encarnados por Charles McGraw y William Conrad, gracias a la cruda mordacidad que desprenden los diálogos de Coon. Lo siguiente es su invención, practicando la desemejanza con el estilo "noir" clásico de la de 1.946; hay una investigación para averiguar quién era el tipo que se ha dejado matar, pero no desde el punto de vista de un agente, sino de los mismos asesinos, cuyo veterano (ahora Strom) se cuestiona el motivo de entregarse tan pasivamente a la muerte.

Si el autor hubiese continuado su cuento seguro habría sido así, y de paso Siegel nos enseña lo atractivo que es para este tipo de historias tener de protagonistas a villanos (ya lo hizo unos años antes en "Contrabando"), profundizándose así en la relación de esta extraña pareja, el maestro y el aprendiz, ambos implacables. Se recurre al "flashback", básico elemento del negro, y personaje a personaje dichos villanos reconstruyen la tragedia de John, no el boxeador típico del género, sino un apasionado piloto de carreras embaucado por el encanto de la zorra de turno, de "Kitty" a Sheila (la elegancia hipnótica de Ava Gardner por la sensualidad moderna de Angie Dickinson).
Así hasta arrastrarle al fango y luego sacarle simplemente por interés, para participar en el atraco organizado por su digamos "novio" Browning...nada menos que Ronald Reagan en el último papel de su vida (insólito, de malo sin escrúpulos, poco antes de su aún más despiadada comedia en el mundo de la política, empezando como gobernador de California). En realidad el interés, salvo al pobre John, es lo que mueve a los personajes y la trama en sí, pintando Siegel un retrato cínico a más no poder de la condición humana, dando a esta película, en todos sus aspectos, la esencia más pesimista y desapacible de la novela negra "pulp".

Además de esa atmósfera mísera y de la economía de medios empleada para filmar tan tremendamente bien las carreras en la pista y las persecuciones, lo más interesante de esta estructura lineal, al tiempo que fragmentada por el uso del "flashback", es que cada personaje (desde el mecánico y amigo de John hasta el compañero de Browning) narra a los sicarios la historia desde su total punto de vista, por lo que, al no estar presentes en ciertos pasajes, todo podría ser una invención (curioso nexo metanarrativo, ya que el guión de la película es en sí una idea inventada de un relato a medias).
Siegel y Coon también intensifican poco a poco la acción del tiempo presente paralelamente a la del pasado más directo, acercando a ambos a un mismo destino de fatalidad; ciegos están todos y no hallarán la manera de eludirlo. Y es necesario comparar lo humano en las dos versiones; todo resulta más teatralizado y melodramático en manos de Siodmak, extendido a los "Kitty" y Lund de Gardner y Burt Lancaster. Dickinson y en especial Cassavetes consiguen una fiera naturalidad en sus papeles, por no hablar de la mala sombra que Gulager y Marvin contagian a todo el film, hasta un clímax de traición memorable, no poco desolador (filmado el primer día y donde éste llegó borracho al rodaje).

Fue esta descripción tan visceral de la violencia lo que hizo a NBC desechar el film para su estreno en televisión y llevarlo a cines, sabia decisión ya que su puesta en escena y estilo resultaban del todo inusuales para un producto televisivo de la época.
Tampoco tiene el cariz de obra maestra clásica que sí tiene la versión de Siodmak, aun así estamos ante la gran recreación de una novela negra de bolsillo en la tradición más "pulp" del género.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow