Spielberg no deja de sorprendernos y aquí toma la batuta para dirigir un musical. Y no uno cualquiera, no. Agarra por las solapas el mítico West Side Story y lo repite, casi plano a plano, dotándolo de más agilidad y ritmo, en algunas secuencias, que al inolvidable original de Wise.

El logro de Spielberg tiene que ver sobre todo con el respeto sobre la película a la que homenajea, apoyándose en unas coreografías muy buenas y en las canciones originales que, sin duda, son eternas y sin fecha de caducidad.

Pese a que no está Natalie Wood, hay actores que igualan e incluso superan a los originales (los que encarnan a Toni y Bernardo son como poco igual de buenos que los primigenios) y las variaciones, pequeñas pero sustantivas en algún número musical o localización, solo sirven para elevar la película. Pero, sobre todo, la aparición de Ariana DeBose en el papel que en su día encarnó Rita Moreno es para mí la más espectacular, por lo difícil del reto y por lo acertada de su composición.

Es quizás la parte de la película en la que Rita Moreno aparece la más floja de la misma. Aunque bien pergeñada y muy merecedora del homenaje que Spielberg le hace, hay momentos metidos un poco con calzador que quizás habrían sobrado. Muy poco en contra para tanto a favor como tiene la película.

Sin duda, un triunfo de Spielberg al que, me temo, Hoollywood no premiará en exceso.