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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Animación. Ciencia ficción. Infantil En 1957, en la pequeña localidad de Rockwell, alguien ha visto cómo un enorme hombre metálico caía al mar. Un imaginativo niño descubre que se trata de un robot gigante, cuyo apetito de metal es insaciable. Entre ambos nace una fuerte amistad, pero el gobierno envía a un agente para investigar los hechos. El niño esconde a su nuevo compañero en la chatarrería de un amigo. Pero los habitantes del pueblo comienzan a sentirse aterrados ... [+]
22 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite artificial de la historia, al cual identificó como, Sputnik-1 (Спутник-1). Dicho satélite, hizo parte de una serie de cuatro que hicieron parte del programa Sputnik, lanzados (con excepción del 3°) con marcado éxito. En ruso, Sputnik significa, Compañero de viaje; pero, en la astronáutica lo asumen ya con el significado de satélite.

El Sputnik-1 tenía la capacidad de detectar meteoritos, y por eso, al inicio de <<EL GIGANTE DE HIERRO>>, lo vemos detectando al meteorito que cae a la tierra con el cual llega el gigante que, luego, en compañía de un osado y perspicaz niño demostrará que, en definitiva, “uno es lo que decide ser”, sobre todo respecto a la suerte de moral y de principios que han de regir nuestra vida. Para probar que, lo que queremos ser es totalmente consciente y definido, las tentaciones y los retos se harán presentes en plan de comprobar que podemos superarlos.

Así, al tiempo que, el pequeño Hoggart, supera sus miedos y su inestabilidad, el gigante aprende a conocer la solidaridad, el amor y la ternura, y consigue sensibilizarse con los esmerados cuidados que le brinda el pequeño aventurero… y seguidamente, el joven escultor, Dean McCoppin. Se probará aquí, la primera Ley Existencial: la Ley de Compensación.

Debemos recordar que, entre 1953 y 1962, el mundo padecía la llamada Guerra Fría, un enfrentamiento entre el bloque occidental-capitalista (en cabeza de los Estados Unidos de Norteamérica) y el bloque del este-comunista (liderado por la Unión Soviética). Esta rivalidad involucraba las contradicciones ideológicas, los conceptos de sociedad, los criterios políticos, el armamentismo… y hasta la moral. En especial, la sociedad estadounidense vivió en un terrible pánico existencial, porque siempre les han inculcado -falsamente- que si se posiciona el comunismo perderán todo lo material que puedan tener (y a la mayoría es lo único que les importa).

Por esto, cuando entra en escena el inefable investigador, Ken Mansley, vemos el pánico que siente al pensar que, El Gigante de Hierro, pueda ser un instrumento de los países comunistas para atacar y probablemente destruir a su prepotente imperio… y cuando el gigante demuestre que puede ser lo que lo inciten a ser…

Lo que hace bien valiosa a ésta película con la que debutara el ahora fuerte realizador, Brad Bird, es que puede disfrutarse plenamente viéndola como historia infantil, donde un niño alecciona a un gigante que, como cualquiera de nosotros, tiene su lado noble y su lado agresivo, pues, la historia consigue tocarnos las más variadas fibras con sensibilidad, nobleza, emprendimiento… sin que falten los relajantes toques de humor. Por otra parte, y como ya lo hemos visto, la trama puede enfocarse en su serio planteamiento de los fantasmas que rondan a la sociedad americana (¿y europea?) donde se siguen imponiendo los prejuicios y el egocentrismo, sobre la justicia social y la colaboración.

Aunque se han dado argumentos en torno a un indebido lanzamiento de la película para explicar su falta de éxito en las taquillas, creo que la razón apunta más a un posible bloqueo autoimpuesto por la productora Warner Bros., cuando al fin se captó la segunda lectura que contiene la película, con la cual las instituciones estadounidenses no quedan muy bien paradas.

Por suerte, <<EL GIGANTE DE HIERRO>>, está siendo ahora debidamente reevaluada y tras su lanzamiento en DVD, la acogida crece como se merece. En lo personal, creo que estamos ante una obra maestra.
Luis Guillermo Cardona
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