Desde las primeras décadas del siglo XIX, el Estado de Texas -que entonces hacía parte del territorio mexicano- comenzó a ser habitado por ciudadanos estadounidenses que se sentían atraídos por sus magníficos paisajes y su gran variedad de climas. Texas es un territorio con el que, en extensión, sólo compite Alaska entre los Estados del tío Sam, y los sureños, ¡claro!, comenzaron a sentirlo como propio. En varias ocasiones, el gobierno central intentó comprarlo a los mexicanos, pero, nunca hubo posibilidad de acuerdo… y curiosamente, poco tiempo después comenzó a gestarse un movimiento secesionista, encabezado por los norteamericanos y apoyado por algunos mexicanos que se $entían tan de arriba como los de arriba y que querían seguir viviendo a sus ancha$ como lo hacían los estadounidenses en aquellos tiempos.

Fue así como, en octubre de 1835, tuvo lugar la Primera Batalla por la secesión de Texas y ese primer enfrentamiento lo perdería México. Entonces, el presidente, Antonio López de Santa Anna, calificó públicamente a los estadounidenses como, “piratas”, y comenzó a prepararse para enfrentarlos de nuevo. Dictó entonces la resolución en la que decía que no habría prisioneros de guerra (los “piratas” capturados serían ejecutados de manera inmediata), pero, es muy probable que tras enviar esta misiva a Andrew Jackson, presidente de los EE.UU., éste no la hubiera hecho conocer de sus oficiales y soldados.

Cuando las tropas mexicanas, fuertemente armadas, partieron de San Antonio, los texanos establecieron una guarnición en la Misión de El Álamo (sede de una antigua orden religiosa española convertida, ahora, en fortaleza) y allí fueron enfrentados el 6 de febrero de 1836. El coronel, James C. Neill, pidió refuerzos del gobierno texano ya que contaba con cerca de 200 hombres, pero, no la recibió porque, según se dijo, el gobierno se hallaba enfrentando otro conflicto… y lo que sigue, será ligeramente esbozado por el director, Budd Boetticher, porque, lo que a él interesa, es contar la historia de un texano que acepta salir del fuerte antes de que los mexicanos entrasen con toda su artillería, y con él, mostrar la complicada manera como ciertos hombres consiguen transformarse en una especial clase de héroes.

(Aquí voy a citar hechos importantes de la trama) Hay detalles muy precisos que podrían explicar la verdadera posición del director y por ende de su personaje: Es, John Stroud, quien, al principio levanta la bandera mexicana, la cual lleva la fecha 1824 (en alusión a la constitución de dicho año). Cuando el comandante a cargo admite que, “quien quiera marcharse del fuerte puede hacerlo”, a riesgo de ser considerado un cobarde o un traidor, Stroud será el único que decide irse… y aunque la razón que conoceremos es que quería defender a su familia y a las de los demás, es posible advertir que no cree en la causa de arrebatarle el Estado de Texas a los mexicanos y esto lo corrobora cuando demuestra su cariño por el joven, Carlos, quien lo asume como su padre, y cuando sabemos que la banda de, Jess Wade, la componen gringos vestidos como mexicanos y, Stroud, decide enfrentarlos a muerte… ¡ya no hay ninguna duda, John Stroud, está del lado de los agredidos en su territorio!

En este sentido, Boetticher, tuvo la valentía de hacer una película honesta; consecuente con sus creencias; ajena al espíritu imperialista y colonizador que alentaba a los Estados Unidos de Norteamérica y creo que, con afán descalificador, es que el título, <<THE MAN FROM THE ALAMO>>, fue traducido en ciertos países como, “Il Traditore di Fort Alamo”, “Le Bastión de la Liberté”, entre otros; y en lugares como Colombia, la película no fue exhibida y, años después, apenas pudimos verla en alguno de los cine-clubes.

Glenn Ford, Julia Adams, Mark Cavell, Hugh O’Brian y Chill Wills, entre otros, cumplen estupendamente con sus respectivos roles.

Título para Latinoamérica: ¡POR LA PATRIA! / Masacre en el Álamo