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Voto de Natxo Borràs:
7
Comedia. Drama En Nueva York, dos matrimonios se reúnen, en principio de manera civilizada, para hablar de la reciente pelea que han tenido sus hijos en un parque. Pero el encuentro se complicará hasta límites insospechados... Adaptación de la obra teatral homónima de la autora francesa Yasmina Reza. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roman Polanski no necesita de grandes historias y su sentido de la ambición se basa en poder adaptar las obras que le hagan falta para poder rodar a su manera y brindar a sus actores la oportunidad de que se luzcan en escena. Por ello no es necesario precisar de recursos, sinó de un buen libreto (aquí es una adaptación de una obra de Yasmina Reza, autora también de los monólogos que conformaban “El Trineo de Schopenhauer”, uno de sus libros más conocidos).

Producida entre varios países, (también colabora Jaume Roures), Polanski trabajó enteramente en Paris para escenificar unas situaciones vividas en Nueva York, símbolo de una América consentida y agresiva. El ambiente se aviva desde el plano familiar y doméstica en que se produce un duelo de actores de primer orden. Lo que me recuerda a la lejana y magistral obra de Anthony Shaffer, “La Huella” (que en cine interpretaron de la mano de Joseph L. Mankiewicz, Laurence Olivier y Michael Caine). Pero si en la obra de Shaffer se respiraba un cierto clima de misterio, la pieza teatral de Reza es una crítica social sobre el poder de clases injertado en la familia.

Una pelea infantil acaba con la agresión de uno niños. La solución amistosa a tan menospreciable incidente (no deja de ser una travesura inocente) pasa por manos de sus respectivos padres. Los Longstreet y los Cowan. Los primeros, unos “bobos” que les gusta el arte y la literatura (aunque ella intenta ser escritora y él es comercial) y los Cowan, más aposentados (él abogado y ella agente de finanzas) que quieren cerrar el asunto lo antes posible.

Pero una serie de rencillas y diferencias entre ellos provocará que la larga tarde en el apartamento de los Longstreet se prolongue más de lo debido cuando cada uno de ellos saca lo peor de uno mismo: orgullo, egoísmo, envidias, reproches e incluso guerra de sexos en cuanto al factor que desestabiliza a las parejas (el insoportable teléfono móvil de Christoph Waltz o los puros Partagas de los que alardea John C. Reilly).

Y Polanski rueda en un aparatoso decorado cerrado, manejando con nervio la cámara una densa historia tan tragicómica como maliciosa.

Lo Mejor: los actores
Lo Peor: su contenido es rico en ideas por una duración demasiado breve. Por ser algo brusca (la conversación sobre el Hámster) e falta más madera a la involución de lo que se nos propone ver.
Natxo Borràs
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