Al Pacino interpreta a un psicólogo del FBI, docente de la Universidad en Seattle que investiga por su cuenta los extraños asesinatos que se cometen y que relaciona con un asesino en serie (Neal McDonough) a quien su testimonio fue decisivo para condenarlo y que espera a ser ejecutado en la prisión.

Película concebida para su entretenimiento y que no aporta en Al Pacino precisamente puntos positivos en el historial de su veterana carrera. El perfil de su personaje del Doctor Jack Gramm es el de un hombre maduro, seductor y que vuelve locas a las estudiantes que ve comprometida su situación cuando es asediado por un misterioso individuo, a la vez que le pesa el sentimiento de culpa por la muerte, años atrás, de una hermana en manos de un asesino.

Es de esas películas que te pone nervioso, no por la incesante intriga que gobierna con creces en su hilarante inicio y final sino por el hecho que el espectador es testigo incesante de la principal arma que se maneja en la película: el móvil. Jodido celular que le quita protagonismo al arma de fuego como elemento primordial para solucionar o verse involucrado, en éste caso, en una espiral de asesinatos en las que intervienen también las guapas actrices Leelee Sobieski (Eyes Wide Shut), Deborah Kara Unger (Crash), Amy Brenneman (Heat) y Alicia Witt (Leyenda Urbana).