Parece mentira que hayan tardado tanto tiempo en dedicarle una película al asunto del que trata esta...: es tan cinematográfico, ofrece tantas posibilidades...y es tan cruel, que por eso me ha sorprendido hallarlo tan a la desnuda en "13 Tzameti".
Es un caramelito amargo, y sabemos que lo es desde el comienzo (si no antes, por referencias previas a que hayamos podido estar expuestos/as): por eso se explica más difícilmente que nos pille desprevenidos en su desarrollo, y que nos atrape tan poderosamente a lo largo de todo el metraje; cabe pensar, si acaso, que todos y todas tenemos un puntito masoquista, que nos lleva a disfrutar con, por ejemplo, cualquier película de terror con un mínimo de calidad.
Pero esto no es terror: aquí lo pasaremos voluntariamente mal a golpe de drama, puro y...duro. ¿O es que el drama no es una forma de terror (y viceversa)...?