A Sly no le gustaba el final en el que dejaba a su gran 'alter ego', de modo que pensó que no habría mejor final que uno creado por él mismo. Y, sin embargo, se equivoca sobremanera.

La película se llena de tintes amargos y simplistas, para dejarnos luego con un sabor agridulce en un final descafeinado y pasteloso impropio de un campeonísmo de los pesos pesados.

Se aprecia, sin embargo, el trabajo de Stallone, cuyo físico en la película aguanta el rigor de los años en una medida digamos que decente, incluso el esfuerzo en dignificar con una historia un final que, por la propia concepción de la película, nunca sería honroso, pues es precisamente el darle un final el motivo de la misma.

En resumen, película para fans de la saga a quienes les pueda el recuerdo de la misma frente al sentido crítico. Destinada, en fin, para románticos de Rocky Balboa.