Pier Paolo Pasolini no merecía ni mucho menos ser asesinado por adaptar esta obra del marqués de Sade. Quien así lo piense es peor que un cafre. Quizás, sí hubiera merecido que lo enculara un senegales armado de un buen garañon por la tediosa y coprofágica tarde que me ha hecho pasar. Un viaje al fondo de la sádica mente del marqués y del marxista pensamiento de un resentido (los fascistas mataron a su hermano). Y hasta puede que lo que nos muestra aconteciera en realidad (un viaje a Italia suele despejar muchas dudas), pero es que la escena de las chocolatinas es superior a mí.

Y el cuatro es porque cinematográficamente el tipo vale lo suyo. La fotografía y la música de Morricone y el distanciamiento que realiza con la cámara sobre los distintos sucesos que acontecen es notable. Por lo demás es bastante aburrida, y un servidor que esperaba acontecimientos más loables en cuanto a la erótica para dar rienda suelta al onanismo desenfrenado, pues no va a volver a comer chocolate durante un tiempo. Otra cosita, Holocausto Caníbal es bella. No me la mancillen please.

Imagino lo mismo pero en un gulag soviético y dirigido por un tal Aznarini. Tendría su punto.