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Voto de Pepe Alfaro:
5
Intriga Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos de la mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación, el inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo para esclarecer el crimen, pero los vecinos se resisten a desvelar sus sospechas. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las pocas personas que puede presumir de tener en sus estanterías el premio “Ciudad de Cuenca” otorgado por el extinto Festival de Cine Mujeres en Dirección hace justamente cinco años, es la productora de origen uruguayo Mariela Besuievsky; con su compañero Gerardo Herrero comparte el sello Tornasol Films, donde durante más de dos décadas han germinado algunos títulos clave de la cinematografía en lengua española y otras coproducciones con reconocidos autores del Viejo Continente.
Sin embargo, la obra como director del madrileño ha quedado bastante lejos de alcanzar un éxito y una estimación equiparables; lo ha intentado con la comedia (Que parezca un accidente, 2008) y el drama (Heroína, 2005), pero la mayoría de sus películas proceden de adaptaciones literarias, con cierta tendencia hacia el género de investigación policiaca. En este acercamiento al thriller, Gerardo Herrero se ha topado con la segunda novela protagonizada por Leo Caldas, un lacónico inspector gallego creado por el escritor Domingo Villar, que además ha participado directamente en la escritura del guion. Para dar vida al policía, el director ha recurrido a su actor más recurrente, Carmelo Gómez, al que solo falta ese inimitable acento gallego para mimetizarse indisolublemente con su personaje.
La trama de La playa de los ahogados empieza con la aparición del cadáver de un marinero en las playas de un pequeño pueblo; a partir de este momento la investigación confluye con el naufragio de un pesquero catorce años atrás, donde falleció el patrón del mismo. La rutinaria investigación llevada a cabo por el Inspector y su ayudante, con sus toscas diferenciaciones de caracteres y métodos, centra el grueso de una narración pausada, distante y fría, sin que el director consiga implicar al espectador en una historia solapada a la esencia de la tierra y el paisaje gallegos, con el mar, sus barcos y sus gentes conformando un entorno que por sí mismo debería no solamente envolver el relato, sino absorber las pulsaciones de una cámara ajena a cualquier atisbo de emoción. Tras un iterativo y perezoso interrogatorio de testigos, llegamos a la resolución del caso de forma algo previsible y precipitada, desbaratando las posibilidades de un interesante material que ofrecía buenos mimbres para haber conformado un estupendo cesto para albergar este presunto thriller a la gallega.
A la vista del resultado se puede inferir que Gonzalo Herrero no ha conseguido su objetivo de reflejar en imágenes el espíritu de la novela, la esencia de una entretenida historia, a través de unos personajes construidos a base de palabras, de referencias literarias; ambos extremos se desvanecen en el trasvase a la imagen cinematográfica. La consecuencia es que a pesar de haber llegado a un buen número de salas españolas, La playa de los ahogados ha pasado totalmente desapercibida por la cartelera durante la semana de su estreno; ni siquiera los lectores de Leo Caldas se han interesado por seguir sus pesquisas en la pantalla grande. Sin embargo, como productor ha demostrado sobradamente capacidad para encontrar el secreto de sus ojos (de los espectadores, se entiende).
Pepe Alfaro
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