El cine latinoamericano suele aportar cine de calidad a la cinematografía mundial, pero, por desgracia, este cine es olvidado por el público, quien prefiere el cine del Tío Sam. Tampoco parece importarle a las distribuidoras donde el dinero es la prioridad. Estos hechos no son desconocidos, pero tampoco se deben dejar de lado.

Nosotros tenemos la obligación de apoyar este cine. Latinoamérica ha creado un cine de gran riqueza y con compromiso social. Víctima de dictaduras e injusticias ha encontrado en el cine un medio para expresar sus angustias y sus esperanzas ante un porvenir más prospero. El cine es reflejo de las luchas de día a día.

Ahora nos llega un bello filme brasileño, que, a pesar de su aparente sencillez, radica una obra humanista y poética. Clara, la protagonista, no se doblega ante las personas que quieren destruir el edificio de apartamentos donde habita. Lugar de recuerdos y experiencias.

Durante las tres partes que componen la película vemos retrospecciones o "flashbacks": sucesos que dieron lugar en el pasado de Clara y que dejaron marca en su vida. Estas vueltas hacia el pasado permiten dar a conocer al espectador más sobre la vida de Clara y sobre el valor que el apartamento representa para ella. También esto ayuda al espectador a simpatizar más con ella y su situación.

La lucha de Clara, si se quiere, puede ser metáfora de una lucha más general no solo en Brasil, también en el resto de latinoamérica, ante las clases corruptas dominantes en la región. Obra introspectiva que induce al espectador a reflexionar sobre sí mismo y su relación con la sociedad. Sonia Braga realiza una excelente actuación. Ella es el alma del filme.