Cuando vi este filme por primera vez no me encontraba en el mejor estado de ánimo. Grave error. Detesté la película y no puede adentrarme en ella. Un año después la volví a ver, esta vez en pantalla grande y mi percepción de este filme cambió completamente. No puedo decir que haya comprendido el filme (de por sí este no es filme para ser comprendido), pero pude percibir la indescriptible genialidad de esta obra, concebida en la mente de ese peculiar señor proveniente de la tierra de la Coca-Cola y el pie de manzana: David Lynch.

En definitiva la palabras para describir este filme son inexistentes. No me voy a centrar en el tema de la paternidad. Tema que ha sido discutido hasta la saciedad, y en el que no aportaría nada nuevo. Este es un filme que retuerce al espectador durante sus noventa minutos de metraje. Un filme donde el miedo está presente, ayudado por la agobiante música, y la fotografía.

La mayoría de la gente, y yo la primera vez que la vi, nos quejamos de no comprender el filme, pero el ser humano es difícil de comprender. Este filme es críptico como lo es la naturaleza humana. David Lynch en este como en sus otros filmes se adentra en la compleja mente del ser humano. El ser humano está lleno de inseguridades y obsesiones. Vulnerable y desamparado, víctima de una sociedad que lo devora, este se esconde detrás de una falsa máscara, y crea una falsa realidad, pero llega el momento en que la máscara se cae, la realidad se derrumba, y se empieza actuar de formas inimaginables. David Lynch no es santo de mi devoción, pero es un director que fascina por la enorme discusión que se genera entorno a su cine. Para mí el cine más interesante es el que mayor discusión genera.

Tengo preferencia hacia el cine que me ponga al límite como espectador. En mi opinión, el cine debe retorcer al espectador, y hacer cuestionar su realidad y todo lo que ha conocido hasta el momento. Sacarlo de su zona de confort. Sin embargo, no niego que filmes como este hay que verlos con el estado de ánimo adecuado y de forma ocasional. Amado u odiado David Lynch fue un director que se adentró donde nadie más se atrevió.