Muy hermosa esta película de Billy Wilder, pero no en el sentido de qué bella historia (no del tipo "Qué bello es Vivir" ni "La Vida es Bella"), sino en el sentido de que es hermosa de ver. Porque no es una historia bonita, ni el argumento es bonito, ni los personajes buscan que lo sea, todo parte de una situación muy natural y normal en un entorno realmente agradable como es Isquia (Italia) y con una imprevista compañera de viajes como es la sugerente y de atractiva personalidad Pamela Piggot (Juliet Mills). Lo que empieza siendo un fastidio para Wendell Jr. (Jack Lemmon) como es descubrir la vida que llevaba su padre con una amante antes de su muerte en accidente, y tener que trasladar su cadáver de vuelta a Baltimore con todo tipo de inconvenientes de por medio, acaba convirtiéndose en un viaje placentero, reproduciendo él mismo la vida que llevaba su padre. Es algo que podría pasarnos a todos, en un lugar idílico y donde no te ve nadie, fuera de todo convencionalismo y de la vida estable.

No sé, me gusta mucho la normalidad con la está llevado el film, la localización y cómo actúan Lemmon, Mills y el director del hotel. No busca nunca la grandilocuencia y sin embargo se queda esa sensación de grandeza, quizá precisamente por eso.