Creo que el cine de animación ha llegado a un punto en el que todas las películas se parecen bastante. Salvo alguna joya, como la reciente Wall-E, todas las películas se mueven en la misma onda. Comedia disparatada, ritmo trepidante, guiños para los mayores, gags ingeniosos, e inevitable canto a los buenos sentimientos. Unas son más resultonas, otras menos, pero pocas sorprenden.
Madagascar 2 es el paradigma de todo lo que acabo de decir. Hace un tiempo dejamos a sus protagonistas perdidos en Madagascar, lejos de su entorno natural, que era el zoo de Nueva York. En esta segunda entrega, los cuatro protagonistas y los pingüinos intentan volver en avión a su casa, pero no pasan del continente africano. Allí les esperaran nuevas y divertidas aventuras. Con un ingenioso comienzo, donde conocemos la infancia de Alex el león protagonista, Madagascar 2 se adentra de nuevo en una historia que supera en ritmo e ingenio a la de la primera entrega. Pero aun así no ofrece nada que la haga destacar por encima de otras películas vistas ultimamente como Kung Fu Panda, por poner otro ejemplo similar.
Quizás tampoco haya que exigirle más. Cumple con su cometido, que es el de hacer que los niños, y también muchos mayores, pasen un rato divertido, sin más pretensiones