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España España · bilbao
Voto de ernesto:
9
Drama En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto plantea un gran dilema: si la paz llega antes de que se apruebe la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, decenas de miles de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para ... [+]
4 de febrero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores tienen hoy en día el estatus que Steven Spielberg tiene, no ya dentro de la industria americana, sino a nivel mundial. Por la cantidad de éxitos a sus espaldas, por la cantidad de buenas películas que ha dirigido y, sobre todo, por su conexión con el público de todo el mundo Spielberg se puede decir que es actualmente el director de cine más conocido y querido. Luego ya está la cuestión de que sus películas gusten más a unos y menos a otros, cuente con algún fracaso de taquilla a sus espaldas, y otras consideraciones varias, pero de lo que no cabe es que ha creado un estilo propio e identificable de hacer cine, tanto cuando es puramente lúdico como cuando se pone serio. Por eso ha sorprendido a todo el mundo las pocas concesiones a su estilo que ha hecho en su última película, Lincoln.
Tras el espectacular paseo que Spielberg se dió el año pasado por la Primera Guerra Mundial, este año retrocede algúnos años en el tiempo y nos lleva a otra guerra, la de secesión, justo en el momento en que el presidente Abraham Lincoln se proponía someter a votación en el congreso la decimotercera enmienda de la constitución que abolía definitivamente la esclavitud en todos los estados de la Unión. Tras el viaje extremadamente sentimental que supuso War Horse por las tricheras de la primera gran guerra, y dado el argumento de esta nueva película, era bastante previsible esperar que Lincoln fuese una película grandilocuente en lo emocional, y que apelara a lo más patriótico de la nación americana. Nada más lejos de la realidad.
Lo que Spielberg nos ofrece con Lincoln es una lección de historia seria, compleja, exhaustiva y finalmente apasionante y conmovedora, con una narración que respeta escrupulosamente los códigos del cine más clásico, y una puesta en escena que deslumbra sin abrumar en ningún momento.
Para quien, como es mi caso, no conozca al detalle los entresijos de la historia americana, y mucho menos los acontecimientos que narra la película, es necesario seguir con atención todos y cada uno de los abundantes y densos diálogos que, sobre todo en la primera parte de la película, sirven para centrarnos en el contexto histórico en el que se situa la historia. Este será el mayor esfuerzo que nos exija la película, ya que una vez situados los pies en el suelo, el desarrollo posterior de los acontecimientos trancurre de forma apasionante, combinando con maestría los pasajes más ásperos con los más fluidos y frescos, consiguiendo que el conjunto desprenda el respeto que la circunstancia requiere, pero aligerando la densidad del peso de la historia.
Pese a titularse la película Lincoln, no se trata de una biografía al uso del presidente americano, sino que se centra en un hecho muy concreto de la historia americana del que él fue el principal protagonista. Aun así, cuando la película se acerca al hombre, al padre y esposo, posiblemente alcanza sus cotas más intensas de emoción. Dos momentos, uno con su hijo, y otro, magistral, con su mujer, en el que se reprochan la forma en que cada uno hace frente a la muerte de su hijo mayor, son seguramente de lo mejor que ha rodado Spielberg en mucho tiempo.
Elegir al actor ideal para encarnar una figura icónica como es la de Lincoln era, seguramente, el mayor reto para Spielberg. Prueba superada. Lo que Daniel Day Lewis hace con Lincoln va más allá del disfraz, del maquillaje o de la imitación. Day Lewis se funde completamente con el personaje y es, desde luego, la imagen definitiva del presidente que la gente grabará en su memoria. Junto a él Sally Field, que me atrevería a decir que nunca ha estado mejor que aquí, y Tommy Lee Jones, que se convierte en un auténtico robaescenas y cuyo personaje alcanza la gloria justo al final de la película.
Y aunque esto es habitual en el cine de Spielberg, y ya lo dije escribiendo recientemente sobre War Horse, la aportación que profesionales como John Williams, Janusz Kaminski o los creadores de los decorados y el vestuario, hacen a la película es, en este caso, una lección de elegancia, sensibilidad y sobriedad que contribuye, más si cabe, a elvar el nivel de una película que roza la perfección.
ernesto
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