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España España · bilbao
Voto de ernesto:
3
Drama Rosa María, una profesora de Historia de la Universidad de Lisboa, emprende con su hija María Joana un crucero por el Mediterráneo que las llevará desde Pompeya a Atenas, pasando por Estambul y Egipto. Al final, debe reunirse con su marido en Bombay, desde donde saldrán de vacaciones. Descubre así parajes que sólo conocía a través de los libros. Durante el crucero, conoce a tres mujeres y a un hombre que le producen una profunda ... [+]
2 de enero de 2009
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Manoel de Oliveira está en las antípodas del cine que me gusta. Llevaba mucho tiempo sin ver una película suya, y no estaba entre mis planes volver a ver una. Pero circunstancialmente me senté a ver Una película hablada. Y lo hice con la esperanza de que fuera algo inteligente, y con el deseo de que con el paso del tiempo pudiera encontrar su cine interesante. Es algo que me ha pasado con otros directores. Pero desgraciadamente nada ha cambiado. Las sensaciones que me ha provocado Una película hablada son exactamente las mismas que en su día me provocaron, La caja o El convento, por mencionar solo dos.
Aquí una mujer y su hija embarcan en Lisboa para realizar un crucero con punto final en Bombay, atravesando para ello todo el Mediterráneo y los países árabes. Durante este viaje la mujer irá mostrando a su hija las diferentes ciudades en las que recala el barco, mientras repasa la historia de los pueblos que las habitan. De esta forma asistimos a una serie de conferencias de discreto interés sobre Marsella, Pompeya, la antigua Grecia o la civilización egipcia. Los deslumbrantes escenarios están captados por la cámara de Oliveira de forma tan luminosa como vulgar. Y las reflexiones de la protagonista y los personajes que circunstancialmente la acompañan son tan correctas e interesantes como plomizas.
Mientras tanto al barco van llegando tres mujeres, una francesa, una italiana y una griega (como en el chiste), y ellas, cada una en su idioma, continúan con las reflexiones sobre el ser humano y no se cuantas cosas más, alcanzando cotas de pedantería bastante insufrible. Que estas ilustres mujeres tengan los rostros de Catherine Deneuve, Stefania Sandrelli e Irene Papas no ayuda a hacer más digeribles sus interminable soliloquios. Ellas, junto a la mujer portuguesa se adueñan de la ultima y lamentable parte de la película. Todo ello bajo la atenta mirada de la apolillada cámara de Manoel de Oliveira. Solo Irene Papas consigue sacarme del letargo con una bonita canción popular griega que interpreta durante la interminable secuencia de la cena final.
Todo ello alcanza cotas grotescas en los últimos diez minutos de película, en los que un giro dramático de la historia deja en evidencia la incapacidad del anciano director para rodar una secuencia en la que se muevan más de dos personas a la vez. Puede que incluso este giro final tenga algún sentido. Yo no se lo encuentro. Y es que llegados a ese punto uno solo desea que se acabe la película.
ernesto
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