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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
10
Comedia En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
124/01(01/08/15) Clásico atemporal, film fresco, elegante, como el buen vino gana con el tiempo, una de las grandes comedias de la historia del Séptimo Arte, última gran joya salida de la fantástica factoría de comedias Estudios Ealing, penúltima producción (última “Barnacle Bill” 1957) especializada en films de humor con reparto coral que radiografiaban con cinismo y mucha ternura la sociedad del momento de la post-guerra mundial. ''The Ladykillers'', dirigida con ritmo trepidante por Alexander Mackendrick, deliciosa comedia negrísima, con magnífico guión de William Rose (“Adivina quién viene esta noche”), nominado al Oscar (ganó el Bafta), Rose afirmó haber soñado toda la historia, y se atuvo recordar los detalles cuando despertó y pasarlos a escrito. Del relato queda el fascinante duelo actoral entre la entrañable y frágil Sra. Wilberforce-Katie Johnson frente a la mente petulante del Profesor Marcus-Alec Guiness, sublimes los dos.

Memorable comedia británica, guión impresionante a todos los niveles, en construcción de personajes sublime, sobresale el duelo Antológico entre el “Napoleón” de los Atracos frente, Profesor Marcus, frente a la dulce ingenuidad de la ancianita Sra. Wilberforce, enternecedora viejecita de ancestrales costumbres victorianas, a priori choque desigual, añadiéndose secundarios de lujo, salsa picante en el contraste tremendo entre la candidez contra la perfidia, con diálogos formidables, con situaciones que derrochan ingenio y mala baba, con espléndido increscendo de tensión, mezclando el humor corrosivo, incisivo, punzante, para llegar a un apoteósico clímax final, aderezado por epílogo que teja indeleble buen sabor de boca. Se tocan temas como la adorable candidez de espíritu, la codicia, como dentro de la maldad hay espacio para la bondad, sobre la ambigüedad moral, sobre la pugna entre “las buenas costumbres”, la clásica flema inglesa luchando frente a la amoralidad del mal en diferentes versiones. Todo enmarcado en una ambientación decadente, de reminiscencias expresionistas, donde se convierte en un protagonista más la casa de la dulce viejecita, siendo esta reflejo de la personalidad de su dueña, una vivienda doblada, angostada, que intenta mantenerse en pie en un barrio de adosados con su propio estilo victoriano. Consigue broten momentos de humor delirante, con gran elegancia las Confusiones, los engaños, las artimañas, las peleas se suceden en una armonía prodigiosa, manado un humor que maneja brillantemente el contraste de personajes, con escenas que recuerdan nítidamente al mejor slapstick cartoon, cruzando esta inocencia con lo macabro, ello con mucha clase, manejando fuera de campo las situaciones más violentas y cruentas, ello en un equilibrio narrativo epicúreo.

Banda criminal compuesta por 5 personajes diferentes: El líder es el arrogante y estrafalario Profesor Marcus, vestido con chaquetón e infinita bufanda que suele arrastrar, con prominente dentadura de caballo, sonrisa reptil, dotado de gran mente, interpretado por Alec Guiness de modo portentoso, en su prolífica y estupenda filmografía uno de sus roles cumbres, imita a un cómico ingles famoso del momento, Alastair Sim, crea un icono del cine, colosal en sus dotes de planificar y de convencer a los demás; Harry Robinson es un tipo nervioso, el joven de la banda, Peter Sellers en su primer papel en cine, cumple siendo el que menos juego da, reseñables son sus dotes ventrílocuas, da voz al loro de la Sra.; Louis es el más duro, el despiadado, con pinta de gangster americano, pose ruda y caustica, encarnado por Herbert Lom de modo sobresaliente, desprende maldad; El Mayor Courtney, tipo que representa la flema inglesa, simpático y con elegancia, primero en caer ante la ancianita, encarnado por Cecil Parker con autenticidad; Lawson “One-Round”, fortachón del grupo, “gorila” de cuerpo tan enorme como su corazón, interpretado por Danny Green con vigor y gran personalidad; Frente a este quinteto está la debilucha figura de la Sra. Wilberforce, dulce, enternecedora, entrañable, y conmovedora viejecita, parece como he leído la dueña de Piolín, el de los toons de la Warner, encarnada con energía y profundidad estremecedora por una fenomenal Katie Johnson, con 77 años borda su némesis de los ladrones.

Puesta en escena sensacional, sobresaliente dirección artística de Jim Morahan (“Whisky galore!”), destaca la casa de la Sra. Wilberforce, vivienda de dos plantas, victoriana, inclinada, de proporciones interiores extrañas, con pequeñas ventanas, escaleras encorvadas, paredes inclinadas, cuadros torcidos, puertas dobladas, todo en proporciones irregulares, bebiendo del genuino expresionismo alemán, con exterior nebuloso, sucio, macilento, sobre un puente por el que va una línea ferrocarril, la vivienda se construyó en el Nº 57 del extremo oeste de la Frederick st., en Barnsbury en el norte de Londres, sobre el túnel Copenhague de la línea de tren que parte de la estación de King Cross, aunque las vistas desde dentro de la casa son de la calle Argyle, retirado del exterior, desde donde se ve la torre St. Pancras al fondo, en la década de 1970 se construyó en el lugar una urbanización, destruyendo la imagen, también destaca la obrera imagen que se da de un Londres post-WWII. A esta sensación cuasi-gótica contribuye sobremanera la extraordinaria fotografía en technicolor de Otto Heller (“Ricardo III”), de un cromatismo pasteloso, mugriento, grisáceo, donde resaltan dosis de colorido extemporáneo, como el de del exótico cromatismo del loro, se juega con los contraluces, las sombras, los reflejos, con el humo, con las siluetas, con encuadres opresivos, angulados, con sugestivos travellings, con bellas tomas de grúa, todo un alarde técnico al servicio de la narración, tiene cabida el uso del sonido como elemento emocional más, el loro que cotorrea, la constante presencia del tren con sus ruidos y silbidos, las cañerías de agua, el sonido del tocadiscos o el timbre de la puerta. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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